Inaugurado como espacio cultural y de aprendizaje en 1996, se encuentra dentro de las antiguas instalaciones del Colegio de la Compañía de Jesús, fundado en 1582 en Santiago de los Caballeros. El espacio abarcaba un templo y tres claustros. En 1979 fue incluido dentro de la inscripción de Antigua Guatemala como Patrimonio de la Humanidad. Actualmente dispone de espacios para exposiciones, así como patios y un centro de documentación.

En el CFCE, ‘El Árbol del Mundo’ conecta con diversos planos de la existencia, tendiendo puentes entre distintas épocas y experiencias – arqueológicas y contemporáneas, colectivas e individuales, efímeras y eternas, reales e imaginadas, ruptura y renovación – creando un diálogo dinámico a través del tiempo y las culturas.
La obra de ORLAN ofrece un cortocircuito metahistórico entre pasado y presente, presentada en diálogo con piezas de arte prehispánico maya. Juntas, rinden homenaje a la naturaleza cíclica del tiempo en la cosmología maya y enriquecen el concepto de ‘El Árbol del Mundo’ como un proyecto que trasciende épocas.
La ceguera espiritual de la humanidad, raíz de numerosos conflictos históricos, está en el centro de la instalación de Glenda León, que propone una experiencia de escucha donde lo invisible, lo sagrado y lo universal se entrelazan.
Ana Gallardo en colaboración con María Us, explora un paisaje íntimo que entrelaza lenguaje, territorio, memoria y resistencia. Estas mismas preocupaciones son compartidas por Antonio Pichillá, quien incorpora las creencias y la espiritualidad Maya-Tz’utujil en su práctica como una forma de preservar la identidad y la herencia.
Las urgencias provocadas por la violencia medioambiental y social están en el centro de la propuesta de Plano Negativo, que nos invita a reflexionar sobre cómo las prácticas humanas han convertido el entorno en un arma.
Un universo inquietante donde el tiempo suspendido y vacío evoca presencias fantasmales de un pasado devastado por la guerra caracteriza el trabajo de Ali Cherri, que se erige como una metáfora de la disolución de certezas, en torno a la noción misma de fronteras.
A través de ‘El Árbol del Mundo’, los artistas en el CFCE entrelazan la sabiduría ancestral con preocupaciones contemporáneas. Sus obras, conjuntamente, nos impulsan a confrontar nuestro pasado y presente, fomentando una visión de un futuro más consciente, equitativo y sostenible.