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El llamado patrimonio cultural

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Por Adrián Lorenzana

 

Patrimonio histórico

  1. m. Conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación.

El día 26 de febrero se celebra en Guatemala el Día del Patrimonio Cultural en conmemoración a la fecha de la primera visita oficial de Modesto Méndez, entonces corregidor de Petén, a la ciudad prehispánica de Tikal en 1848. Se considera que dicha fecha es una ocasión propicia para hacer una revisión de las riquezas distintivas del país, tomando en consideración las amenazas que enfrentan además de exaltar el papel que juegan para fortalecer tanto la identidad, como la economía de las comunidades donde se ubiquen.

El patrimonio cultural comprende todos los bienes que han sido legado cultural históricamente para un país o región de acuerdo a parámetros que pueden considerarse desde un punto de vista histórico hasta un estético, sin dejar por un lado lo científico o simbólico. Los mismos se pueden dividir en dos tipos, los tangibles y los intangibles.

Se conforma por bienes que han sido un legado cultural a lo largo de la historia para una nación. Los mismos pueden tener un carácter de peso a nivel histórico, científico, simbólico o estético. En esta categoría se han distribuido en dos subsecciones: tangibles e intangibles.

Cuando se habla del patrimonio tangible, se refiere a lo que puede percibirse a través de lo material por lo que puede incluir objetos arqueológicos, históricos, artísticos, etnográficos, tecnológicos, religiosos y aquellos que puedan estar relacionados con temas artesanales o folclóricos.

Se utiliza también la subcategoría de patrimonio inmueble dentro de lo considerado tangible para referirse a lugares, sitios, edificaciones, obras, centros, conjuntos arquitectónicos, zonas típicas o monumentos por supuesto que los mismos deben tener cualidades que les den un valor histórico, arqueológico, artístico o científico registrado.

En esta categoría es muy importante destacar que Guatemala tiene la responsabilidad de poseer tres lugares declarados por UNESCO como Patrimonios Culturales de la Humanidad. La ciudad colonial de Antigua Guatemala (en 1979), el Parque Nacional Tikal (en 1979) y el Parque Arqueológico y Ruinas de Quiriguá (en 1981). También podemos mencionar el Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj en Retalhuleu, las cuevas y grutas Naj Tunich y los Murales de San Bartolo en el Petén, la casa del escritor Flavio Herrera y el mismo Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala.

Al mencionar patrimonio inmueble, surgen también el Vaso de los Remeros de Tierras Bajas, la silla de Atanasio Tzul (originalmente de Totonicapán), la Virgen del Rosario, que se encuentra en la Iglesia de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala y la recientemente restaurada escultura del maestro Efraín Recinos Música Grande que se pueden citar como ejemplos.

Existe un largo recorrido de tradiciones que forman parte de la cultura como herencia del pasado de una comunidad que se mantiene actualmente y que es transmitida de generación en generación. De ahí que se haga referencia a aquello “Invisible” de las culturas para reunir lo que complemente a la cultura como las técnicas artesanales, los trajes tradicionales, las tradiciones orales, los mitos y leyendas, los rasgos espirituales distintivos e inclusive la cocina, la medicina tradicional y los modos de vida.

La lista de lo que se considera patrimonio intangible es probablemente una de las que ha crecido más y que resulta más diversa por considerar la serie de tradiciones, cultura y gastronomía adherente al país que han sido heredadas por generaciones, es decir todas aquellas actividades sociales, religiosas, comunitarias, populares, ceremonias, artísticas, artesanales y culinarias de todo el país. La lista de peticiones crece año con año y precisamente esta fecha de febrero es el día que se determina qué autorizar.

Cabe mencionar que desde 1991 la Orquesta Sinfónica Nacional fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación y símbolo único de la música en Guatemala. El Ballet Guatemala (Ballet Guatemala) fue reconocido como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Nación el 24 de marzo de 1992. Por otro lado, el 12 de febrero de 2015 el Ministro de Cultura y Deportes recibió una acreditación que nombra a la Marimba de Guatemala, como Patrimonio Cultural de las Américas.

Un punto importante a reflexionar es si en verdad es necesario que exista “una lista” que avale qué es y qué no es patrimonio cultural para valorarlo y cuidarlo. Quizás sería genial que todos asumieran la responsabilidad de valorar, cuidar y velar por todo lo que se ha heredado y lo que a mediano y largo plazo, se va a heredar…

¿Acaso le quita o le pone valor a la Semana Santa, la danza del Rabinal Achí, las cofradías, el baile del Torito, la Caravana del Zorro o la misma Huelga de Dolores el que se les agregue a una lista?

Quizás un gran aporte sería hacer un llamado a que la educación escolar para difundir y dar a conocer la riqueza patrimonial a nivel escolar fomentando una identidad y orgullo del valor de todo aquel legado cultural histórico, a fin de fortalecer la consciencia del cuidado, conservación, preservación y restauración (según se requiera) en todas las comunidades y por supuesto que se asignen mejores presupuestos que ayuden a velar por que se lleven a cabo las tareas que resulten necesarias.

Un saludo a todos los que trabajan en fomentar, rescatar, resguardar, mantener y colaboran a que Guatemala continúe siendo una tierra cultural y tradicionalmente rica que la hacen destacar por todo aquello que puede ofrecer. Ojalá y todos nos constituyéramos en guardianes de ella.

Fundación Paiz, un camino recorrido junto a valiosas amistades

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Por Magui Medina

En Fundación Paiz nos gusta mucho recordar una frase que don Carlos Benjamín Paiz Ayala (1903-1996) decía con frecuencia: “Si lo podemos soñar, lo podemos lograr”. Es ese espíritu de esfuerzo, dedicación, entusiasmo, perseverancia y sobre todo cariño y amor hacia los otros, lo que nos mantiene con fortaleza en un año lleno de retos, desafíos y nuevas propuestas. Sin embargo, todo ello no sería posible sin la amistad y el acompañamiento de ustedes, pilares indispensables en este camino.

Los nuevos espacios virtuales han fortalecido nuestra razón de ser: Contribuir a que las personas transformen sus realidades y comunidades a través de respuestas integrales en educación y arte. Y con ella, la cercanía con quienes compartimos esta misión, nuestros amigos: jóvenes becarios, maestros, adultos mayores, artistas, curadores, escritores, lectores, periodistas, aliados, organizaciones, donantes, voluntarios, patrocinadores y guatemaltecos comprometidos con la cultura, el arte y la educación de nuestro país.

El 2022 nos insta a mirar hacia adelante con esperanza, optimismo y compromiso. En Fundación Paiz seguimos con una meta clara: aportar a la cultura y educación a través de distintos programas:

Arte y cultura: el aclamado Festival de Marimba sigue firme con un concierto anual que reúne el talento de músicos nacionales y reconocidas marimbas guatemaltecas. Además, actividades y exposiciones de artes escénicas se vienen con novedades e innovaciones.

Colección Paiz: un tesoro invaluable que reúne más de 300 obras de arte moderno y contemporáneo, que construye nuestra memoria histórica y social, abre sus puertas a través de exposiciones, encuentros y recorridos en la pinacoteca de Fundación Paiz. Un modelo híbrido de actividades presenciales y virtuales muy novedosas se aproximan.

Literatura: el certamen literario Premio Monteforte Toledo, que Fundación Paiz y la Fundación Mario Monteforte Toledo han reactivado el año pasado, sigue dejando huella en las letras de la región centroamericana y continúa este año con la convocatoria de cuentos; anunciada próximamente en nuestras redes sociales.

[ux_video url=»https://youtu.be/zSBVEOunMtI»]

Becas y Proyección Social: continúa la entrega de becas educativas a adolescentes y jóvenes para que sigan su formación escolar del nivel medio, superior o en el área artística; a través de las becas Graciela Andrade de Paiz, Superación Paiz y de Arte. A ello se une el compromiso social de ayudar a adultos mayores y personas en situación vulnerable, a través de un arduo trabajo de recaudación de fondos y donaciones.

Este camino es posible gracias al apoyo de ustedes, que nos acompañan en este recorrido y a quienes damos las gracias y deseamos un: ¡Feliz Mes del Cariño y la Amistad!

Un día para Agradecer

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Por Amarilis Mejía

“Un día para agradecer” es una iniciativa de Fundación Paiz, que se realiza por segundo año consecutivo. La propuesta es que cada uno de nosotros, agradezcamos lo mucho que tenemos compartiendo con alguien que se encuentra en situación vulnerable.

Fundación Paiz apoya desde hace más de 40 años varios programas de ayuda social:

Programa de Becas Escolares: se otorgan becas a jóvenes en situación de riesgo social. Cada año trabajamos dos distintas modalidades de becas: Becas Graciela Andrade de Paiz, que conforman el pago directo de la colegiatura de cada estudiante en uno de los centros educativos asociados; y Becas Superación Paiz, que brindan aportes económicos al estudiante para sus gastos mientras estudia. Para mantener la beca los estudiantes se comprometen a adquirir un promedio académico de 80 puntos, y optar cada año a la beca; incluso graduarse de la universidad si es necesario.

Nuestros programas apoyan principalmente a jóvenes en riesgo social que son los primeros en estudiar en su núcleo familiar. De esta manera, se otorga una oportunidad no solo a los estudiantes, sino a su círculo cercano, por medio de la educación.

Además, apoyamos a las siguientes organizaciones:

Comedor Bethania: brinda almuerzo de lunes a sábados a 75 adultos mayores que viven en situación de calle.

Comedor Santa Luisa de Casa Central: brinda almuerzos de lunes a viernes a  75 adultos mayores (según su capacidad), pero ahora con la pandemia están entregando 160 almuerzos diarios

– Desayunador para niños de Casa Central Sor Cecilia Charrin: entrega desayunos de lunes a viernes y antes de sus clases a 135 niños, de enero a octubre de cada año.

Hogar del Tío Juan: acoge a 150 niños entre 12 y 19 años de edad con un lugar de vivienda, alimentos y educación.

Hogar del Niño Minusválido Hermano Pedro: apoya a 71 niños que necesitan atención médica, terapia física, ocupacional y del lenguaje, y educación especial.

Durante la pandemia, hemos apoyado a más de 100 artistas que por el aislameinto social no han generado ingresos regulares.

Hay mucho por hacer y existen diversas maneras de ayudar

-Te invitamos a ser padrino de un estudiante con una beca completa por Q650 al mes.

-Dona según tus posibilidades de manera eventual o mensual, en especie con alimentos, insumos de limpieza, ropa y zapatos en buen estado.

-Voluntariado: dedica tu tiempo a otros y sirve en uno de los comedores que atendemos. Tu ayuda es indispensable para seguir adelante y apoyar a más personas.

Donaciones en efectivo

– InterBanco: cuenta monetaria n.º 81-0009200-1, Fundación Paiz

– BAC Credomatic: cuenta monetaria n.º 704101911, Fundación Paiz.

Centro de acopio para recibir donaciones en especie

Casa Zaragoza, 11 avenida 33-32 zona 5, Ciudad de Guatemala.

 

Mayor información: https://bit.ly/UnDiaParaAgradecerWH

¡Gracias por ser parte del cambio! ¡Gracias por transformar una vida!

El trabajo en equipo es la clave

Amarilis Mejía es la encargada de Donaciones y Mercadeo de Fundación Paiz. En una breve entrevista cuenta por qué es importante el trabajo que se realiza en “La Fundación”, como le dicen cariñosamente los colaboradores.

-A lo largo de estos 8 años, que tienes de ser parte del equipo, seguro que han sido muchas las buenas experiencias. Cuéntanos una de ellas…

-Una de las actividades que más recuerdo fue una campaña que hicimos para renovar el laboratorio de computación para los jóvenes del Instituto Santiago y para lograrlo hicimos varias actividades como fiestas de karaoke, rifas y el Bazar para Ayudar. Este último lo realizamos en el jardín de Casa Zaragoza.

-Es hermoso el jardín de la casa…

Sí, fue mágico, no solo porque es muy lindo, realmente da una sensación de paz y felicidad estar allí. El jardín, al igual que mi corazón, se llenó de alegría porque en esa actividad logramos un verdadero trabajo en equipo. Se notó que pusimos el corazón. Este proyecto lo trabajamos con EducAid, de la mano con doña Isabel -Paiz de Serra–, quien es realmente activa e inspiradora.

– ¿Qué fue lo más valioso de esa actividad?

Todos dimos lo que podíamos. Nuestros amigos emprendedores con sus excelentes productos y todo el amor vendieron con gran alegría; los jóvenes del Instituto Santiago tocaban la marimba y vendían sus productos; los jóvenes de Fe y Alegría vendían pan y mermeladas elaboradas por ellos, tenían un sabor especial. Todo el staff y Junta Directiva de FP compraba, celebraba e invitada a amigos y familiares al bazar.

Recuerdo que llegamos a la meta y logramos comprar las computadoras necesarias. Fue muy lindo darme cuenta que lo mejor es disfrutar el camino y luego también la meta.

-Fue una linda experiencia…

Ese bazar unió mucha gente. Nuestro público en eventos, amigos de alguien o personas que solo querían ayudar y hoy nos siguen ayudando como el caso de Erica Barrientos del programa Metamorfosis, que llego ese día y de la nada nos ofreció hacer un live, un par de entrevistas y desde entonces es una voz amiga de nuestros proyectos.

– ¿Qué es lo que te motiva en el día a día?

– Estoy convencida que todos tenemos un granito de arena que dar para lograr un mundo mejor. Que siempre que trabajamos juntos llegamos mucho más lejos, más felices y con aprendizajes en el alma.

– ¿Qué es lo que más te gusta de ser parte de Fundación Paiz?

-Lo que más me gusta de trabajar en Fundación Paiz es precisamente poder compartir con los jóvenes y adultos mayores, a quienes ayudamos. Ver las caritas felices cuando los jóvenes se gradúan, cuando compartimos con los adultos mayores, cuando las personas salen felices de un espectáculo o taller. Esas experiencias llenan de sentido mi trabajo y todo el esfuerzo que hacemos.

 

 

“El arte en Guate es el gran desconocido al igual que la historia”, una charla con Diego Ventura Puac-Coyoy

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Por Magui Medina

Cuando Diego me habla, me mira a los ojos con fuerza. Pareciera que siempre tiene algo importante que decir, y posiblemente así sea. Al entusiasmo que emana de su mirada no lo detiene ninguna pantalla, al contrario, lo fortalece. Ha vivido atento a su entorno desde que era niño, en una constante sobreestimulación de formas y sonidos.

Las pinturas que colgaban las paredes del hogar donde creció, en Quetzaltenango, el arte religioso, la imaginería y el menaje de casa de su abuela materna, doña Delfina, llenaron su entorno de esa magia que deviene directamente del arte. Porque Diego forma parte de la primera familia maya k’iche que ha construido y curado una colección de arte moderno y contemporáneo en Guatemala, específicamente en Chichicastenango. Su infancia -qué digo- su vida es como un óleo de Fidel Caté Tuc Tuc.

Diego Ventura Puac-Coyoy nació en 1991. Es, ante todo, un ajq’ij ( guía espiritual maya k’iche)’, curador independiente, editor y fundador de espacio/C un proyecto de arte contemporáneo y memoria histórica  ubicado en Chichicastenango. Estudió Ciencia Política y Restauración de arte en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Memoria histórica, pueblos originarios, territorio y alimentación son las temáticas de sus investigaciones.

La Colección del Fondo para la imagen, palabra y pensamiento Ventura Puac-Coyoy se ha unido a la Colección Paiz en la exposición “Antes de ser, ya éramos”, una propuesta curatorial de Diego y Maya Juracán, que busca otras miradas y cuestionamientos acerca del Bicentenario de la Independencia de la República de Guatemala. 

 

La María, 1982, pintura sobre porcelana, Irma de Trutman.

– ¿Cuáles son tus primeros recuerdos del arte que rodeaba tu niñez?

-En la casa, mis papás siempre tuvieron colgadas en las paredes obras de arte. No solamente por ellos como coleccionistas, sino porque también vendían. Había varias piezas exhibidas que los turistas compraban. Esas nociones estéticas nos dieron (a él y su hermana) ciertos paradigmas porque al final, aquí en Chichicastenango –Chichi– y en la mayoría de los poblados mayas, Kaqchikel, k’iche’, Tz’utujil: Más es más. Se ve en la indumentaria, en el mercado de Chichi abarrotado de colores, cosas y formas. Entonces la pintura maya es igual. Uno crece en esta sobreestimulación todo el tiempo.

Diego cuenta, con entusiasmo, que su abuela materna, Delfina, vivió 10 o 12 años en Alemania y trajo muchas cosas: azucareras, tacitas y amenidades de té. Entonces también él y su hermana, han tenido una fuerte sensibilidad con el menaje de casa. Para ellos, es una extensión de la forma de ser, de convivir. Son objetos utilitarios que esconden no solo la parte visual artística, sino esta experiencia de amor propio. Eso y la crianza de sus papás les marcó. Porque esos procesos de ladinización y occidentalización también implican cosas en tu vida.

-¿Cómo fueron tus primeros pasos fuera de Quetzaltenango?

-Cuando yo trabajé en la ciudad, nunca sentí que hubiera un trato diferente hacia mi persona. De hecho, yo era el abusivo, la persona pesada. Pero tengo varios amigos de mi pueblo –ahora que vive en Chichi y se ha involucrado más con la comunidad-, varias personas que me han contado que cuando han ido a la ciudad, ya sea a Quetzaltenango, la capital o la cabecera departamental del Kiché, ellos sí sienten que hay una diferencia cultural, de cosas que no son parte de su contexto: uso de cubiertos, diferenciación entre vaso y taza, por ejemplo.

Diego me explica que en Chichi la vida es práctica y los matices de los modales occidentales no tienen importancia. Por eso se siente este choque cultural. Todavía estamos en una etapa temprana de entendimiento de los otros, en términos de país. Las formas para referirse a los demás son, todavía hoy, muy despectivas.

-Hablando de diferencia cultural, ¿qué concepción te merece el término de “pintura popular”?

-Yo creo que es como todo lo que hemos aprendido. Es una cuestión de crianza, cultura, aprendizaje y desaprendizaje. Por ejemplo, a estas alturas yo no puedo venir a pedirle a una persona que ha estudiado historia del arte, que tiene 78, 80, 90 años… yo no puedo exigirle que deje de decir arte naif o pintura popular porque así lo aprendió y a estas alturas del partido me voy a cansar explicándole. Pero desde este lado de la historia conozcámoslo, pero dejémoslo ahí, como ya sucedió. La historia del arte viene desde Europa, esencialmente, porque ni siquiera los artistas estadounidenses son reconocidos dentro de los círculos de las Bellas Artes Europeas.

-¿Cómo se construye el arte contemporáneo en la región?

-Se siguen apreciando mucho las formas sobre otras cosas. Creo que el rompimiento se logró a través de la modernidad. Latinoamérica fue un gran rompimiento en la modernidad del arte. Con la Bienal de São Paulo y la Bienal de Arte Paiz se abrieron estas nuevas concepciones de ver el arte. La Fundación (Paiz) al principio tenía esta categorización de Pintura popular que respondía a los estudios de historia del arte que se tenían en esos momentos. Pero una cosa que a mí me parece muy importante de ese momento, es que la Fundación dentro del certamen nunca categorizó ni hizo de menos, sino que dentro del mismo certamen todas las piezas ingresaban a la arena de juego y ganaba la que estuviera mejor pintada y punto. Muchos pintores de Comalapa o del Lago ganaron Glifos de oro, plata, bronce. Ya luego se categorizó dentro de la selección, todo ello responde a estos estudios. A mí no me gusta el término arte popular porque sigue siendo, como menciona Erwin Panofski, el arte de las masas. En realidad, el arte popular no posee una clasificación dentro de las Bellas Artes porque nadie se ha tomado el tiempo de teorizar. Creo que esa es una deuda histórica que tenemos las personas que nos dedicamos a estas cosas: teorizar.

Con paciencia y (otra vez) mucha pasión, me explica Diego que para llamar a la pintura per se y si es que hay que categorizarla, el término correcto y a grosso modo, sería Pintura guatemalteca porque se produce en estos territorios. Los pintores mayas se reconocen como pintores por el mercado, pero ellos en realidad se reconocen como escribanos.

Surge el guía espiritual y me explica que dentro de los oficios de los idiomas originarios porque no existe una palabra que defina artista o arte, es más bien escritura; y la escritura se encarga de registrar lo que sucede, acontecimientos, el tiempo. Y ese es en realidad el trabajo de ellos: escriben. Si te das cuentas los escribas mayas no solo hacían glifos también había otra serie de ilustraciones, letras y símbolos que en realidad se complementaban, lo que ahora reconocemos como pictogramas.

-Hablemos de la colección, ¿qué valor tiene la Colección del Fondo para la imagen, palabra y pensamiento Ventura Puac-Coyoy?

-En principio, la colección es un registro que nosotros queremos hacer desde nuestra propia visión de la historia; de lo que nosotros queremos contar, que muy probablemente nunca será contada a través de los libros de texto, de los libros oficiales. Para nosotros -la comunidad maya k’iche’- el acto de coleccionar se vuelve un acto de estrechar lazos, tejer redes. Porque al final la convivencia que se logra con los artistas, los entendimientos y los conocimientos que te dan los artistas no suceden desde el oficio sino, desde la confianza. Entonces, para ellos es más fácil hablar de ciertos temas cuando tenemos conductas o culturas similares, a pesar de que todos somos mayas, cada quien tiene su propia nación. Se abre este vínculo de confianza.

Diego explica algo muy importante, está en el tono de su voz, en el brillo de sus ojos

-La mayoría de los pintores tiene sus pinturas para la venta y tiene las pinturas (muy de ellos) que tienen personas muy específicas, entonces lograr que ellos te pasen a la otra sala donde están las pinturas que para ellos son importantes, eso es un acto de profunda confianza. Si te das cuenta estas pinturas que son así de específicas en las colecciones de la Fundación o en colecciones privadas o las del museo, la mayoría no son folcloristas, sino que cuentan tragedia, no son pinturas dulces. Para nosotros es el valor de contar esas otras historias que la hegemonía no quiere contar.

Confirmado: Diego siempre tiene palabras importantes que compartir.

-Para nosotros es un manifiesto político porque históricamente se piensa que las personas que pertenecen a pueblo originarios tienen que pensar en la tierra, en un rol de labranza o ser personas de servidumbre o comerciantes, pero hasta ahí. Meternos al mismo juego y decir: Nosotros coleccionamos arte y este es el patrimonio que estamos dejando. Al mismo tiempo, es un statement político porque no solo tenemos pinturas desde las comunidades, tenemos una sección de arte moderno y contemporáneo. Poner en entre dicho el buen gusto… Se supone que solo cierto grupo económico y cultural conoce lo que es el buen gusto. ¿Qué pasa si desde otro lugar u otra perspectiva se tiene el mismo gusto que ellos? ¿Será que seguirá siendo buen gusto o cómo se llamará? (…) Me encantaría que nuestra colección sea abierta a todo público, a grupos de estudiantes de acá. El arte en Guate es el gran desconocido al igual que la historia, no digamos en las comunidades que no son centros urbanos.

 

-La última: ¿qué artista tiene tu total admiración?

-Marco Augusto Quiroa por sus convicciones políticas. No solo se dedicaba a la pintura, era escritor, columnista, ilustrador, publicista y por último fue diputado. Todo este contexto tan activo, no solo dentro del arte, sino que con todo lo que sucedía a su alrededor. Era mucho de ir a las cantinas en el Centro, tener amigos en todos lados. Marco Augusto tenía amigos en Amati, en el Lago, Tecpán, en el Centro. Se relacionaba con los coleccionistas, podía convivir con cualquier otra persona. Yo siempre he pensado que la mediación puede tener buenos frutos porque no podemos radicalizar completamente el arte: no puede ser de élite, tampoco puede ser meramente espiritual. Los artistas tienen necesidades de vender piezas, quienes pueden comprar pertenecen a cierto nivel socioeconómico. Marco Augusto podía estar en polos tan opuestos y moverse entre todos. Eso es algo que yo admiro mucho.

¡Gracias!

Por Ana Castillo, coordinadora de Programas y Proyectos de FP

Seguramente algunas personas esperarían que al hablar de la #22BAP pusiéramos en la mesa lo evidente. Somos el evento más importante de arte contemporáneo en la región, los tres ejes, las seis sedes, los 40 artistas; que somos la primera bienal de Centroamérica, la segunda de Latinoamérica, etc. Pero será de la fortaleza, del compromiso, del profesionalismo, del asombro, del encuentro, de las disrupciones y del amor al servicio que ha implicado llegar a esta edición de lo que hablaremos a continuación.

Hubo ediciones de BAP ininterrumpidamente por más de 40 años a pesar de las tormentas, terremotos, el Conflicto Armado Interno, los problemas políticos y de gobernabilidad, pero frente a la pandemia de COVID-19 sufrió un sismo, tuvo una pausa y se pospuso un año.  Esta prolongación para nada la convierte en una trienal, aclaro, y es que el tiempo en que se detuvo fue el justo para gestar todos los esfuerzos que la llevaron a cabo. Ello implicó muchísimo trabajo, coincidencias, discusiones, presupuestos, modelos, desencuentros, creatividad, rigor teórico, campañas, flexibilidad, cotizaciones y redefiniciones. Básicamente, hacer una nueva bienal concebida en relación al 2020, en la que pasamos de 11 sedes de exhibición a seis sedes, y de 32 artistas a 40, solo por mencionar un ejemplo.  Durante este tiempo el trabajo demandó horas y horas de trabajo, que me gustaría nombrar como encuentros con lo desconocido y una suerte de adivinación que nos ha dejado infinito aprendizaje y satisfacción.

En diciembre del año anterior inició el proceso de fortalecimiento del equipo implementador y en los meses subsiguientes se integraron otros profesionales a la larga lista de los habituales, se sumaron proveedores, y arrancó otra fase de trabajo arduo, cuyo principal hito lo marcan las inauguraciones: parece que esa magia develada difumina todas las semanas y meses anteriores, encubriendo mucho del cansancio. Las visitas inician, la energía se renueva y pareciera que no, pero el trabajo sigue y tendrá un fin como proyecto en octubre de este año con las publicaciones, seguidas por el análisis y la discusión de lo alcanzado, las lecciones aprendidas y el registro de las buenas prácticas.

Muchos cambios han sido implementados en esta edición. Nombrar a las y los guías como tal parece insignificante, pero brinda reconocimiento a un grupo clave de nuestro trabajo. Asignar a personas experimentadas para liderar acciones clave contribuyó a desenredar los procesos y si, también a veces a duplicar acciones. Obligarnos a reunirnos y reportar la información clave y precisa para que estuviéramos al día del resto del quehacer de las y los colegas nos preparó para buscar soluciones y enfrentar contingencias. Todo esto con un cambio drástico que dejaba en el recuerdo el café y la convivencia por conexiones a través de la pantalla e interrupciones del internet, empezar con procesos de sistematización y estructuración sólida del proyecto educativo innovando con recursos para enfrentar una visita autogestionada por el visitante; es algo sin precedentes.

Discutir, buscar, encontrar respuestas para comunicar a través de la página web, implementar talleres virtuales, acercar públicos, pero por sobre todo permanecer fuertes frente a la incertidumbre que ha generado la epidemia, entregar al público una bienal de primer nivel, mantener la esperanza, regalar belleza, abrir y golpear mentes, poner alerta los prejuicios, conmover, acercar talentosos corazones, amar y cuestionar el arte frente a cualquier disputa y contingencia: esto fue la 22 BAP.

Destaca también en esta edición un montaje que dialoga entre sí, una convivencia-interferencia entre las piezas que, debido al coronavirus creó posibilidades infinitas de nuevas imágenes y sensaciones.

Foto: Andrés Asturias para la 22 Bienal de Arte Paiz


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Decir que esto no hubiese sido posible sin la gente detrás es obvio y limitado, por ello, quiero agregar que no hubiese sido posible sin la gente que estuvo delante, a un lado, detrás, presente y a distancia. Sin duda, dentro de los colaboradores anónimos podemos sumar a nuestras familias que sin saberlo también han sido parte de este esfuerzo, las largas horas de trabajo que ha implicado para los equipos ha tenido sin duda una repercusión, de allí la importancia que nuestras familias disfruten de este logro compartido visitando las exhibiciones.

 
 
 
 
 
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A las personas más visibles, a las menos expuestas por la cámara, a las más discretas, a las protagonistas de primer plano y a las que quizá no creen que son parte, sí, a todas esas y a las que nuestra memoria nos traicionará olvidándolas, a todas quiero dar gracias. Y quiero regalarles las palabras que las y los guías han recogido de lo que es y lo que somos todas y todos como bienal.

“Un constante cuestionamiento sobre el mundo del arte, las personas que trabajan en él y las que interactúan con él. Completo aprendizaje sobre los visitantes y sus visiones, choques con algunos y similitudes con otros. Comprender que NADA es lo que parece y que el espacio artístico montado no se compara con el trabajo detrás”. (Renata Álvarez)

 “Aprender que el arte es uno de los indicadores más fuertes en nuestra historia y esas historias deben ser narradas desde diferentes puntos de vista”. (Eyleen Jordán)

“Diálogos, diversidad, un aprendizaje constante, cuestionamientos, compitas[1]. Salir de mi zona de confort”. (Esvin López)

A llenarnos de orgullo entonces y empezar a trabajar en la #23BAP, que esto no se detenga.

[1] Amigos y amigas, comadres y compadres de la vida, gente con la que sí se hace equipo y revolución.

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