
En medio de un tránsito por Guatemala y Alemania, el artista guatemalteco David Bianchi propone un universo dibujado donde los trazos funcionan como cartas en las que habla a la memoria de su país de origen. A través de evocaciones a la geografía y la historia de Guatemala, Bianchi construye imágenes que exploran lo íntimo, lo familiar y las raíces identitarias.
En los vestíbulos blancos de la Halle & Quergalerie, en la Universität der Künste (UdK) de Berlín, Alemania, una imagen a tonos azules capta la atención: la componen volcanes, nubes, un cielo y líneas que parecen ser relámpagos. En suma, se trata de una experiencia visual que también puede ser una presencia espiritual. La obra se titula Love Letter, y es el trabajo que el artista guatemalteco David Bianchi presentó para la exposición colectiva KUTSU, como parte de una colaboración entre estudiantes de la UdK y la Universidad de las Artes de Helsinki.
Estos vestíbulos no son solo espacios para exhibir, sino también puntos de encuentro para artistas jóvenes y emergentes que llegan con propuestas diversas desde la escultura hasta la performance, por mencionar algunos medios artísticos contemporáneos. Al concluir el semestre, la universidad organiza Rundgang, un evento que abre al público los talleres, estudios, y espacios de exhibición del alumnado, invitando a berlineses curiosos y profesionales del arte a disfrutar los trabajos emergentes.

Por su parte, la obra Love Letter, de David Bianchi está elaborada con lápiz de color sobre papel MD, y está compuesta por 12 dibujos individuales colocados entre placas de vidrio, como si fueran ventanas a una escena natural. La escena proviene de una fotografía tomada por la abuela de Bianchi en los años 60 desde el cráter del Volcán de Agua, en Guatemala, en la que también se alcanzan a ver los picos de los volcanes de Fuego y Acatenango. A partir de ese archivo familiar, David construye una obra que no solo honra la memoria de su familia, sino que también reflexiona sobre el paisaje como una forma de identidad.
“La distancia con Guatemala hace que el paisaje esté más presente en mi memoria”, comparte el artista. Al estar entre dos países, ha buscado cómo conectar con el paisaje guatemalteco, que es algo que no tiene físicamente presente y que resulta muy valioso para él. Dentro del dibujo, un texto escrito por el tatarabuelo de David, Maximilian Wohlers, revela parte de su memoria como migrante alemán en Guatemala. Este dice: ‘No hay palabras suficientes o no soy capaz de describir la belleza de la naturaleza’. Esa imposibilidad del lenguaje, según el artista guatemalteco, fue lo que le dio sentido al dibujo como un medio silencioso e íntimo.
El dibujo, para Bianchi, es una técnica y una forma de trabajar bajo su propio ritmo. Prefiere el crayón de color por la libertad que le ofrece: no necesita depender de los límites de otros materiales, lo que le permite avanzar de forma pragmática y sin interrupciones. Desde niño, para él llevar un cuaderno de bocetos y un lápiz era una forma de tener acceso a su lado creativo. Hoy, ese mismo placer lo sigue inspirando y con un recurso tan simple, logra una definición detallada que le da continuidad al proceso y mantiene una conexión directa con la obra. Más que un medio, el dibujo se ha vuelto el traductor de sus pensamientos.

En su obra, el paisaje no aparece como fondo decorativo, sino como un sujeto con presencia propia. Durante los últimos años, David ha encontrado referencias en el trabajo de la pintora alemana Agnes Pelton y el pintor mexicano Gerardo Murillo (también conocido por el seudónimo Dr. Atl). Cuenta que de Pelton le interesa la forma cómo utiliza la luz siendo un vehículo espiritual que “transforman el paisaje en una experiencia introspectiva”. Dr. Atl dedicó su obra a los volcanes de México como símbolos de fuerza y misticismo. Para David, esa referencia lo coloca frente a los volcanes de Guatemala que, a su criterio, no son solo parte de un lugar físico, sino que también son herencia, emoción y presencia.
Ese vínculo con la tierra se vuelve aún más potente en el contexto de una ciudad como Berlín, donde la historia y la política atraviesan muchas de las discusiones artísticas. El trabajo de Bianchi propone una entrada a lo íntimo y personal. Love Letter es, en ese sentido, una carta dirigida a su país, a su familia y a sí mismo. En el caso de la exposición KUTSU, curada por Markus Jaenetti y Päivi Takala, los dibujos de David se presentan junto a otras 25 obras de estudiantes universitarios. Bajo una lógica de intercambio y colaboración, los trabajos exploran distintos enfoques, medios y procesos. En ese marco, la obra de David se presenta con una voz propia, tranquila, firme y nostálgica.
Un artista entre dos sistemas
Después de haber comenzado su maestría en la ciudad de Kiel, David Bianchi se transfirió a Berlín en el 2022 para estudiar en la UdK, una de las universidades de arte más reconocidas de Europa. Fundada en el siglo XVII, la institución promueve una educación artística basada en la libertad conceptual, con un enfoque práctico y en la autonomía del estudiante. Para David, que venía de una formación artística en Guatemala mucho más estructurada, el cambio fue un choque.
Según la experiencia del realizador en ambos sistemas, la formación en artes visuales en Alemania se caracteriza por su libertad. Agrega que la técnica puede ser una ventaja, pero no es un requisito. Esa amplitud, sin embargo, también puede resultar abrumadora. En medio de ese espacio abierto, sin estructuras rígidas, se confrontó con una pregunta esencial: “¿Qué quiero decir como artista, y que es lo que me late por dentro?”. Fue ese desvío el que lo llevó a mirar hacia adentro.
“Uno es como una esponja, absorbés todo lo que está en tu entorno y llega el momento en donde lo exprimís”, comparte. Desde sus 18 años, David lleva un modelo distinto de aprendizaje al que conocía y ha desarrollado su ojo crítico para decidir a qué responder y de qué manera hacerlo. A diferencia de muchos artistas en Berlín que trabajan con temas sociopolíticos o de actualidad, Bianchi se enlaza en un terreno más cercano: la memoria, el archivo familiar y lo íntimo como punto de partida. Mientras continúa sus estudios en Alemania, David Bianchi sigue elaborando una poética visual desde los recuerdos. Su obra no busca responder preguntas urgentes, sino mantenerlas accesibles durante el tiempo.