Los Nudos de Siempre
Revisar las grietas pasadas ayudaría a entender el porqué de las luchas que en el presente siguen defendiendo la dignidad y la libertad. Los nudos de siempre reflexiona sobre las genealogías, los porvenires y los puntos de tensión en varios de los procesos emancipatorios del país, incluso de los que han permanecido en los bordes, consecuencia del silencio impuesto por los autoritarismos vividos durante el siglo XX. De esta manera, la efeméride de la Revolución de Octubre de 1944 no es una mera categoría dentro de la historia del arte local, pues si imaginamos las historias de Guatemala como una trama de tensos nudos, veríamos una maraña formada por quienes buscan una transformación social, y quienes desde el poder estatal han reforzado sistemáticamente las opresiones.
Esta exposición presenta veinte piezas artísticas que se narran a partir de autores de distintos lugares, generaciones, y cuyas técnicas abarcan la pintura, la instalación, la fotografía, el grabado y el dibujo. Las obras fueron seleccionadas a partir de la colección que resguarda la Fundación Paiz para la Educación y la Cultura, y que a la vez dejan ver un pequeño mapa de intereses que abarcan el trabajo, los territorios, la confrontación social, la violencia, la memoria y la libertad. Estas piezas refractan además una simbología que puede asociarse a varios acontecimientos políticos, económicos y culturales vinculados a la Revolución del 44 y el Conflicto Armado Interno, dos capítulos esenciales para entender nuestra historia reciente.
El espejo del tiempo muestra “una actualidad” en donde aún se reproducen las desigualdades sociales, donde las persecuciones a la libertad ideológica y de expresión son ineludibles, y donde los intentos por el diálogo plural son cada vez más ausentes. Este escenario no se distingue mucho al de las provocaciones sociales en el pasado.
Se puede tomar por ejemplo lo acontecido en la Revolución del 44, para hablar sobre las opresiones en la sociedad como germen de un colapso. Cómo escribe el investigador de estudios latinoamericanos Alfredo Guerra-Borges: para 1944 en Guatemala «ya se habían condensado todas las heridas, las frustraciones y las políticas asfixiantes»1 de las primeras tres décadas del siglo XX; lo que llevó a tensar un nudo histórico a partir de la crisis económica y social que para entonces socavó a todas las capas sociales y que afectó mayoritariamente a los más desprotegidos como obreros en la urbanidad y el campo -quienes son representados en esta exposición desde los grabados y pinturas de Rolando Ixquiac Xicará, Guillermo Maldonado, José Estuardo Sac Coyoy o Carlos Rodrigo Bin Ben-. La asfixia por las condiciones de vida de aquella época fomentó una revuelta nacional en la que gran parte de la población transformó el régimen que había sido reforzado por las dictaduras de Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico desde 1898 hasta 1944.
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Tampoco se puede hablar de esta época sin desligarla de un acontecimiento mundial en el que, para ese entonces, se friccionaban las relaciones sociales y las ideologías en otras latitudes, motivadas de igual manera por el auge de los autoritarismos al calor de la Segunda Guerra Mundial y en la antesala de la Guerra Fría. A pesar de eso, el legado del proceso emancipatorio en Guatemala, representado por la Revolución del 44, dejó garantías sociales, el realce cultural, la transformación en las condiciones de trabajo y la búsqueda por la autonomía universitaria. Esto llevó a metaforizar los siguientes diez años de gobierno como una primavera política que resultó ser articulada desde las utopías de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz.. Sin embargo hoy sabemos que los proyectos políticos son complejos y no siempre garantizan esa pluralidad que supone la democracia. Cabe preguntarse entonces: ¿Ha significado la Revolución lo mismo para todos los cuerpos?
El arqueólogo y antropólogo Diego Vásquez Monterroso opina2 que la Revolución «no cambió las dinámicas de categorización racial que implicaban el castigo al indígena si este se atrevía a desafiar el orden ladino. El camino de la liberación del indígena debía ser dictado por los ladinos dentro de los marcos que estos establecieran en nombre del desarrollo de todos». El impase progresista del 44 fijó en Guatemala un arquetipo sobre lo que debía entenderse como “una revolución”. Es necesario mencionar que a pesar de la mudanza de época, seguían perpetuándose dinámicas de poder sobre la desigualdad, aún bajo la luz de un hito fulminante.
Uno de los hechos borrosos en la historia oficial de la Revolución es el levantamiento que ocurrió el 22 de octubre de 1944, cuando los líderes kaqchikeles de Patzicía en el departamento de Chimaltenango, cansados de varios años de exclusión social y esclavitud por parte de los ladinos, decidieron rebelarse y dar muerte a un decenar de estos. Luego de lo ocurrido, los victimarios patzicienses fueron ejecutados. Aquel evento –referenciado en la pintura “Revolución Patziciense” de Juan Gabriel Macú Ajsivinac– detonó una persecución y ejecución de entre 600 y 900 indígenas kaqchikeles3, por orden de la Junta Revolucionaria del gobierno. En ese sentido, Sandra Xinico Batz, antropóloga y columnista kaqchiquel interpela la historia preguntando4: «¿Por qué los pueblos originarios tendríamos que sentirnos orgullosos de esta patria podrida que no nos ha significado más que muerte, violencia, exterminio, ladinización y hambre?»
Ante la amenaza por el abuso de poder, la organización indígena ha sido representada como una de las formas de resistencia más notorias en el territorio hasta la contemporaneidad. De esta cuenta se pueden nombrar casos como la oposición de la comunidad q’eqchi’ en Cahabón frente a las hidroeléctricas, los habitantes en El Estor confrontando a la policía en el marco de los avances del proyecto minero Fénix, las abuelas de Sepur Zarco que exigieron un juicio tras décadas de haber sido violentadas por militares, o los pobladores de San Juan Sacatepéquez organizados contra los proyectos de expansión impulsados por Cementos Progreso en la localidad.
Cabría reflexionar también sobre las otras revoluciones que desde su subjetividad han ocupado un lugar en el territorio desde la búsqueda por la dignificación, la insurrección y la libertad. En las páginas de la historia, es fácil ubicar la resistencia de sindicalistas, estudiantes, docentes e intelectuales, pero ¿dónde se encuentran las colectividades en resistencia al margen de la dinámica masculina, viril e individualista? Cabe recordar algunas otras luchas encapsuladas en movimientos de mujeres que al menos durante el siglo XX en Guatemala tomaron varias formas de representatividad como grupos de opinión pública en temas feministas (el caso de la Sociedad Gabriela Mistral en 1920), organizaciones huelguistas de trabajo cafetalero (La Moderna en 1925), o las articulaciones para la demanda por los derechos políticos, laborales y sociales en el marco de la Revolución (el Congreso de Alianza Femenina entre 1944 y 1954). A partir de estas muestras de organizaciones, la socióloga Ana Silvia Monzón apunta5 que «la sociedad guatemalteca no es ajena a las discusiones, discursos, reivindicaciones y acciones colectivas de las mujeres que reclaman el lugar social que les corresponde». Uno de estos lugares reclamados podría estar desde el arte, donde destacan las firmas de mujeres como Paula Nicho, Isabel Ruiz, Lourdes de Menéndez o Yadira Oliva, cuyas obras ocupan un lugar intergeneracional en esta exposición.
Pero, ¿por qué si han existido otras formas enunciación colectiva más allá de la dinámica masculina, viril e individualista, resulta tan difícil que escuchemos sobre ellas?
A lo largo del vacío narrativo también han estado las disidencias sexuales y de género; mismas que han sido parte de la historia desde lugares golpeados por el mismo abuso de poder, y que la sociedad ha contribuido a invisibilizar asignándole un lugar relegado. Tomás García Zamora reflexiona sobre esto en una obra-mosaico de fotografías blanco y negro con distintos cuerpos desnudos y acompañados de palabras como “Culpable”, «Homosexual” o “Gay”. En el país se pueden mencionar propuestas legislativas que han querido asfixiar la libertad de expresión de las personas disidentes sexuales y de género6, pero también se puede hablar de un pasado en el que estas fueron objeto de persecución y criminalización sistemática. Para fines de su comprensión, son relevantes los datos del Archivo Histórico de la Policía Nacional, los cuales muestran que al menos durante 1960 y 1990, durante el Conflicto Armado Interno, fueron encarceladas7 en la ciudad capital 156 personas de la diversidad por “razones de género y orientación sexual”. Es necesario reflexionar sobre el porvenir que tuvo la articulación y el encuentro de las identidades disidentes en Guatemala aún desde su orilla. Un dato puntualísimo de esta certeza tiene que ver con lo ocurrido en octubre de 1997 cuando días después del homicidio de María Conchita Alonso, mujer transgénero y trabajadora sexual, se organizó la primera marcha pública de personas diversas8 en la ciudad capital como repudio del crimen. Esto decantaría años después en el Desfile de la diversidad donde miles de personas se han congregado durante las últimas dos décadas.
Hacer memoria de las memorias9 implica también reconocer el espacio, el contexto y el territorio-paisaje que les enmarca. Guatemala como premisa que delimita esta muestra se compone de un caleidoscopio de geografías. Cabe recordar cómo la ciudad capital pasó a convertirse en la imagen más presente de la “gesta revolucionaria”, dejando así en la memoria colectiva visiones que presentan en el espacio público tanques, marchas, grupos de personas de la sociedad civil y militares. Allí mismo y años después, se erigieron varios símbolos arquitectónicos que celebraban el cambio social. De ese acontecimiento se pueden mencionar algunos proyectos capitalinos que vinieron después como la ampliación de la Ciudad Universitaria en la zona 12, la sede del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social en la zona 4, la Ciudad Olímpica en la zona 5, y algunas esculturas que han reivindicado las consignas revolucionarias como el Monumento al Trabajo en la zona 5, o el Tríptico de la Revolución en zona 12.
Pero más allá del concreto siempre está la tierra. Mientras que en la historia se hace hincapié en la referencia visual de la ciudad de Guatemala como epicentro de la Revolución, es de resaltar cómo para esa época, una importante fuerza rural y organizada fueron los 15 mil trabajadores de las plantaciones de la United Fruit Company en el Pacífico10. Justo después de la contrarrevolución en 1954, apoyada por la intervención estadounidense, las resistencias y los colapsos comenzaron a esparcirse a lo largo del territorio nacional. Luego de haber iniciado el Conflicto Armado Interno en 1960 que propició el enfrentamiento entre las organizaciones guerrilleras y las fuerzas armadas del Estado, la pugna ideológica se expandió debido al avance y la ocupación territorial de los combatientes circunscritos a ambos bloques. Entre 1978 y 1985, Guatemala vivió en una época en la que se crearon 23 zonas militares en los territorios considerados por el Estado de supuesta amenaza subversiva11. El Occidente guatemalteco fue una de las zonas más ocupadas por los militares y por ende, donde más estallaron las atrocidades humanas. Un ejemplo puntual de esto se dio en el municipio de San Juan Comalapa -Chixot- en Chimaltenango, donde en 2018 se exhumaron 172 cuerpos de víctimas del conflicto y donde también se descubrieron 37 fosas comunes12 vinculadas al destacamento militar que se estableció allí. A partir de su pintura titulada Desequilibrio, el artista comalapense Eladio Bal Chalí, reflexiona sobre las secuelas de la violencia en la psique del municipio.
Es frente a los hechos abordados que esta exposición busca repensar las memorias colectivas, sus luchas, pero también su convicción por imaginar nuevos legados a pesar del dolor. Un intento por acercarse a estas reflexiones puede ser a través de otra forma de imaginación artística, tomando en cuenta el acervo de obras que la Fundación Paiz resguarda, y que, desde 1978 se ha expandido a pesar de sus inicios en una de las épocas más cruentas del Conflicto Armado Interno. Desde aquel entonces, la pinacoteca de la fundación ha sido alimentada con propuestas que también hablan desde un lugar revolucionario donde las artes podrían entenderse como vehículo de sensibilización y empatía frente a la pluralidad de historias y mundos internos (para fines de la exposición, esta metáfora ocupa un lugar desde la obra hecha por Audra Magermans titulada“Multitud”).
Los nudos de siempre rastrea los pulsos emocionales y compartidos que han llevado a varios grupos hacia la organización, motivados por el descontento y la rabia, pero también por el deseo y la ilusión, en su sentido más amplio desde la visceralidad de las disidencias sexuales y de género, hasta las pinturas evocativas de Paula Nicho.
Las revoluciones, cómo las artes, son procesos altamente emocionales y factibles para el cambio. ¿Pero cómo sostener la esperanza por una revolución con nuestros cuerpos desgastados? Ante el eco de la violencia y la incertidumbre del porvenir en materia de libertades y justicias sociales, reivindicar la imaginación significa la digna posibilidad de volver a hilar nuestro tiempo y con ello, movilizar nuestros sentires.
Alejandro Ortiz[/expand]
Referencia bibliográfica y notas:
- Guerra-Borges, A. (2004). La revolución guatemalteca del 44 y sus genealogías. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Guatemala. http://biblioteca.clacso.edu.ar/Guatemala/flacso-gt/20120810102324/revolucion.pdf
- Vásquez Monterroso, D. (Octubre 2019). La matanza de Patzicía y la revolución de 1944 como modernidad regresiva. Plaza Pública. https://www.plazapublica.com.gt/content/la-matanza-de-patzicia-y-la-revolucion-de-1944-como-modernidad-regresiva
- Esquit, E. (2019). Comunidad y Estado durante la Revolución: política comunal maya en la década de 1944-1954 en Guatemala. Tujaal Ediciones.
- Xinico Batz, S. (Septiembre 2022). Guatemala: La patria podrida. La Hora. https://lahora.gt/opinion/sandraxinico/2022/09/10/guatemala-la-patria-podrida/
- Monzón, A. Las mujeres, los feminismos y los movimientos sociales en Guatemala: Relaciones, articulaciones y desencuentros. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Guatemala. https://www.puees.unam.mx/curso2021/materiales/Sesion13/Monzon_LasMujeresLosFeminismosYLosMovimientosSociales.pdf
- A pesar de haber sido archivada, la iniciativa de “Ley para la Protección de la Vida y la Familia” número 5272, presentada en 2017 ante el Congreso de la República de Guatemala, buscaba incrementar las penalizaciones a las mujeres que abortaran; eliminar la educación integral en sexualidad y prohibir que personas del mismo sexo pudieran unirse. Más información en: Quintela, C. (Mayo 2019) Por qué la 5272 de ser aprobada, puede ser declarada inconstitucional. Agencia Ocote. https://www.agenciaocote.com/blog/2019/05/15/por-que-la-5272-de-ser-aprobada-puede-ser-declarada-inconstitucional/
Por parte se puede mencionar la iniciativa de “Ley para Garantizar la Protección Integral de la Niñez y Adolescencia contra Trastornos de la Identidad de Género” número 5970, la cual, entre tanto, «califica como “trastorno” la identidad de las personas cuya expresión de género o conducta es diferente al sexo que les fue asignado cuando nacieron.» Más información en: López Vicente. J. (Enero 2022). La ley contra las personas trans violaría leyes guatemaltecas y tratados internacionales. Agencia Ocote. https://www.agenciaocote.com/blog/2022/01/28/la-ley-contra-las-personas-trans-violaria-leyes-guatemaltecas-y-tratados-internacionales/
- Archivo Histórico de la Policía Nacional (2018). La criminalización de la población LGBTI en los registros policiales, 1960-1990. Archivo Histórico de la Policía Nacional Colección de Informes Volumen 12.
- Salazar, P. (Julio 2020). Guatemala: De las primeras marchas del Orgullo al Desfile de la Diversidad Sexual. Agencia Presentes. https://agenciapresentes.org/2020/07/16/guatemala-de-las-primeras-marchas-del-orgullo-al-desfile-de-la-diversidad-sexual-e-identidad-de-genero/
- En referencia al título de la obra Memoria de memorias; grabado hecho por la artista guatemalteca Isabel Ruiz en 1984 y presentado en la VI Bienal de Arte Paiz.
- Jonas, S. Tobis, D. (1976). Guatemala: Una historia inmediata. Siglo XXI Editores.
- García García, G. Dávila Arriaza, N. (2019). La ocupación militar en Guatemala (1978-1985) Aproximación inicial. Dirección General de Investigación, Universidad de San Carlos de Guatemala. https://digi.usac.edu.gt/edigi/pdf/P-2019-04.pdf
- Rivas, C. (2018). Comalapa: 172 víctimas del conflicto armado interno son inhumadas. Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas. https://www.fger.org/comalapa-172-victimas-del-conflicto-armado-son-inhumandas/
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