¡Gracias!

Por Ana Castillo, coordinadora de Programas y Proyectos de FP

Seguramente algunas personas esperarían que al hablar de la #22BAP pusiéramos en la mesa lo evidente. Somos el evento más importante de arte contemporáneo en la región, los tres ejes, las seis sedes, los 40 artistas; que somos la primera bienal de Centroamérica, la segunda de Latinoamérica, etc. Pero será de la fortaleza, del compromiso, del profesionalismo, del asombro, del encuentro, de las disrupciones y del amor al servicio que ha implicado llegar a esta edición de lo que hablaremos a continuación.

Hubo ediciones de BAP ininterrumpidamente por más de 40 años a pesar de las tormentas, terremotos, el Conflicto Armado Interno, los problemas políticos y de gobernabilidad, pero frente a la pandemia de COVID-19 sufrió un sismo, tuvo una pausa y se pospuso un año.  Esta prolongación para nada la convierte en una trienal, aclaro, y es que el tiempo en que se detuvo fue el justo para gestar todos los esfuerzos que la llevaron a cabo. Ello implicó muchísimo trabajo, coincidencias, discusiones, presupuestos, modelos, desencuentros, creatividad, rigor teórico, campañas, flexibilidad, cotizaciones y redefiniciones. Básicamente, hacer una nueva bienal concebida en relación al 2020, en la que pasamos de 11 sedes de exhibición a seis sedes, y de 32 artistas a 40, solo por mencionar un ejemplo.  Durante este tiempo el trabajo demandó horas y horas de trabajo, que me gustaría nombrar como encuentros con lo desconocido y una suerte de adivinación que nos ha dejado infinito aprendizaje y satisfacción.

En diciembre del año anterior inició el proceso de fortalecimiento del equipo implementador y en los meses subsiguientes se integraron otros profesionales a la larga lista de los habituales, se sumaron proveedores, y arrancó otra fase de trabajo arduo, cuyo principal hito lo marcan las inauguraciones: parece que esa magia develada difumina todas las semanas y meses anteriores, encubriendo mucho del cansancio. Las visitas inician, la energía se renueva y pareciera que no, pero el trabajo sigue y tendrá un fin como proyecto en octubre de este año con las publicaciones, seguidas por el análisis y la discusión de lo alcanzado, las lecciones aprendidas y el registro de las buenas prácticas.

Muchos cambios han sido implementados en esta edición. Nombrar a las y los guías como tal parece insignificante, pero brinda reconocimiento a un grupo clave de nuestro trabajo. Asignar a personas experimentadas para liderar acciones clave contribuyó a desenredar los procesos y si, también a veces a duplicar acciones. Obligarnos a reunirnos y reportar la información clave y precisa para que estuviéramos al día del resto del quehacer de las y los colegas nos preparó para buscar soluciones y enfrentar contingencias. Todo esto con un cambio drástico que dejaba en el recuerdo el café y la convivencia por conexiones a través de la pantalla e interrupciones del internet, empezar con procesos de sistematización y estructuración sólida del proyecto educativo innovando con recursos para enfrentar una visita autogestionada por el visitante; es algo sin precedentes.

Discutir, buscar, encontrar respuestas para comunicar a través de la página web, implementar talleres virtuales, acercar públicos, pero por sobre todo permanecer fuertes frente a la incertidumbre que ha generado la epidemia, entregar al público una bienal de primer nivel, mantener la esperanza, regalar belleza, abrir y golpear mentes, poner alerta los prejuicios, conmover, acercar talentosos corazones, amar y cuestionar el arte frente a cualquier disputa y contingencia: esto fue la 22 BAP.

Destaca también en esta edición un montaje que dialoga entre sí, una convivencia-interferencia entre las piezas que, debido al coronavirus creó posibilidades infinitas de nuevas imágenes y sensaciones.

Foto: Andrés Asturias para la 22 Bienal de Arte Paiz


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Decir que esto no hubiese sido posible sin la gente detrás es obvio y limitado, por ello, quiero agregar que no hubiese sido posible sin la gente que estuvo delante, a un lado, detrás, presente y a distancia. Sin duda, dentro de los colaboradores anónimos podemos sumar a nuestras familias que sin saberlo también han sido parte de este esfuerzo, las largas horas de trabajo que ha implicado para los equipos ha tenido sin duda una repercusión, de allí la importancia que nuestras familias disfruten de este logro compartido visitando las exhibiciones.

 
 
 
 
 
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A las personas más visibles, a las menos expuestas por la cámara, a las más discretas, a las protagonistas de primer plano y a las que quizá no creen que son parte, sí, a todas esas y a las que nuestra memoria nos traicionará olvidándolas, a todas quiero dar gracias. Y quiero regalarles las palabras que las y los guías han recogido de lo que es y lo que somos todas y todos como bienal.

“Un constante cuestionamiento sobre el mundo del arte, las personas que trabajan en él y las que interactúan con él. Completo aprendizaje sobre los visitantes y sus visiones, choques con algunos y similitudes con otros. Comprender que NADA es lo que parece y que el espacio artístico montado no se compara con el trabajo detrás”. (Renata Álvarez)

 “Aprender que el arte es uno de los indicadores más fuertes en nuestra historia y esas historias deben ser narradas desde diferentes puntos de vista”. (Eyleen Jordán)

“Diálogos, diversidad, un aprendizaje constante, cuestionamientos, compitas[1]. Salir de mi zona de confort”. (Esvin López)

A llenarnos de orgullo entonces y empezar a trabajar en la #23BAP, que esto no se detenga.

[1] Amigos y amigas, comadres y compadres de la vida, gente con la que sí se hace equipo y revolución.

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