lunes, septiembre 16, 2024

Continuum: Una exposición sobre futuros y tradiciones mutantes

Reseña de Continuum, la muestra de Fundación Paiz sobre nuevos medios que permanecerá disponible para visita hasta el 31 de agosto en el Centro de Formación para la Cooperación Española; y el hasta el 18 de septiembre en La Antigua Guatemala. 

Como si fueran portales sacados de un relato futurista, un arsenal de artefactos digitales residen desde el pasado 18 de julio en lo que alguna vez fue el Palacio de los Capitanes Generales y el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, en La Antigua Guatemala. Sonidos magnéticos, experiencias en realidad aumentada, computadoras profanadas, así como pantallas, luces y escáneres habitan los inmensos salones en los antiguos edificios barrocos. Su explicación: Continuum, una muestra que ofrece al público un recorrido por el lenguaje visual y experimental de los nuevos medios artísticos

Organizada por la Fundación Paiz para la Educación y la Cultura, y desarrollada por Waseem Syed -curador adjunto de la fundación- Continuum reflexiona sobre la transformación de los soportes artísticos a partir de la obra de 16 artistas de Iberoamérica. Desde el absurdo filosófico, pasando por la descolonización y abordando la intimidad, así como la crisis medioambiental o la forma en la que nos relacionamos con la tecnología, los(as) artistas participantes ofrecen distintas miradas de la contemporaneidad a través de una polifonía de estructuras y soportes innovadores. 

Gran parte de la muestra toma lugar en el Museo Nacional de Arte de Guatemala (MUNAG), donde hace más de 250 años operó la sede de la Capitanía General de Guatemala. Por otro lado, la segunda sede opera en el Centro de Formación de la Cooperación Española, que durante el siglo XVII funcionó como el Colegio de la Compañía de Jesús. En ambos sitios el espacio ha sugerido un campo de anacronismos si se pone en perspectiva la antigüedad fantasmagórica de los edificios a la par de las caprichosas y disruptivas obras que le habitarán hasta el 31 de agosto y el 18 de septiembre a propósito de Continuum.   

Con esto en cuenta, la muestra de la Fundación Paiz destaca por la ambición de exhibir piezas de arte en formatos quizá no antes vistos en ambas sedes, sino también porque permite ampliar las nociones de tecnología y arte, de modo que también se abre a pensar en las interfaces como propuestas desobedientes y en resistencia frente a la rigidez del pasado. 

Esta mirada se evidencia desde el inicio del recorrido en la sede del MUNAG. La primera obra, Sobre políticas vegetales, firmada por el colombiano Alejandro Villegas Pabón genera una crítica al poder entendido desde el dominio de los monocultivos de soja en varios territorios de Colombia y Latinoamérica. Su propuesta para Continuum, presenta tres pantallas de televisión que yacen bajo tres telones con el diseño de un aparente suelo resquebrajado y que a la vez sintoniza con tres pequeñas agrupaciones de tierra volcánica colocadas en el suelo.

A partir de la instalación, Villegas Pabón aborda cómo el ancestral amaranto se ha convertido en una amenaza para la omnipresencia de las plantaciones de soja, provocando esto una especie de “guerra” entre ambas especies. El colombiano, quien además es parte del colectivo de investigación Atractor, reflexiona también sobre la alteración genética de las plantas. De este modo, su propuesta se complementa con la proyección de una serie de códigos alterados que refieren al ADN de las plantas. 

Exposición Fundación Paiz Continuum: Explorando futuros y tradiciones mutantes
Parte de la instalación de ‘El sueño de la hija del jaguar’, obra de Alfredo Salazar Caro.

La transformación violenta frente al medio ambiente abarca un pequeño núcleo temático dentro de Continuum, donde, según apunta Waseem Syed, dicho tema no fue intencionado desde la curaduría, sino que apareció en medida que algunos artistas fueron proponiendo sus obras. Así ocurrió con la participación del mexicano Alfredo Salazar-Caro, quien exhibe en una de las salas del MUNAG El sueño de la hija del jaguar, un vídeo a partir de realidad aumentada donde explora las pesadillas generadas por la invasión y la destrucción de los territorios indígenas.

En el vídeo, Salazar-Caro propone al público adentrarse en la parcela de una familia campesina justo a la par de un enorme volcán y una pequeña milpa. La historia transcurre con calma hasta el momento en que da un giro luego de la invasión que sufre el territorio. La creación del entorno natural del hogar campesino hasta su ruina son la contados a través del relato de Achik’, una joven cuya historia se construyó a partir de las experiencias de varios migrantes que cruzaron Centroamérica en las masivas caravanas hacia Estados Unidos en 2018.

Continuum ha resultado ser una apuesta por poner en evidencia otras perspectivas de los territorios culturales y geográficos, así como la forma en que estos temas pueden ser contados a partir de nuevos formatos. En ese sentido, la mirada experimental sobre estéticas de comunidades milenarias se pone en evidencia en la exposición internacional. 

Surcando la aspiración por reivindicar las tecnologías ancestrales e indígenas mayasSergio Montúfar, quien ha trabajado desde la astrofotografía, exhibe cuatro piezas dentro de un salón para darle cuerpo a su obra Estrellas ancestrales. Por un lado, exhibe varias entrevistas realizadas a líderes mayas contadores del tiempo, mientras que en un segundo muro del mismo espacio, proyecta un vídeo con varias de sus fotografías que sitúan el movimiento del cielo y los astros como elementos centrales. Justo en frente de esta proyección se ubica un hilograma fluorescente que reflexiona sobre los nudos del tiempo y su conexión con la espiritualidad. 

Pasando la sala, el VJ y artista Francisco “Chesco” Sandoval Molina propone de la mano de José Antonio Jolón una obra titulada El hombre y el tiempo que consiste en la exhibición de un barrilete de 2,85 metros de diámetro sobre el cual se realiza un videomapping. La imagen en movimiento proyecta varias espirales digitales y diseños geométricos que van alterando la primera naturaleza en papel del objeto volador. Dentro del mismo salón se encuentran otros cinco barriletes más pequeños, que fueron elaborados por artistas de Santiago Sacatepéquez, un municipio cercano a Chesco. Hacia el final de la sala también se exhibe un documental sobre la técnica de creación de los barriletes y el pensamiento que rodea esta tecnología comunitaria. Dicho método de creación, así como las obras voladoras se han considerado por el Gobierno como posible Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad frente a la Unesco en 2024. 

Tejidos de Luz, 2024, Antonio Campollo.

Siguiendo al fondo de la misma nave donde se exhiben las obras de Sandoval Molina, Jolón y Montúfar, se encuentra exhibida de manera íntima la obra de Antonio Campollo quien despliega su propuesta Tejidos de Luz en un cuarto con un máximo de oscuridad. La obra, que también recurre al uso del  videomapping, presenta una proyección audiovisual sobre tres hüipiles mayas, provocando que las hebras y las puntadas amplíen su identidad en nociones más abiertas, impredecibles e infinitas; valores que a la vez resuenan con el sentido del «continuum» detrás de la muestra.

La alteración visual reclama varios espacios en medida que se abarca la muestra tanto en el MUNAG, como en el Centro de Formación de la Cooperación Española, donde también se exhiben las obras de los guatemaltecos José Wolff y Jorge Linares.

En el caso de Wolff, su propuesta No pensamos consiste en la coreografía aleatoria de tres inmensos puntos que al chocar con los bordes a su alrededor transforman la tonalidad del color y de la melodía que guían su ritmo. Para el realizador, los puntos evocan unidades o átomos que «forman parte de algo más grande y con sentido, convirtiéndose en algo mayor que sus componentes aislados». Pensar lo múltiple resulta importante en esta obra que además se compone de sonidos de marimba -producto de la inspiración de Joaquín Orellana, según apunta Wolff-, que fueron expandidos por el productor y músico Alex Hentze. Con esta apuesta, el autor de No pensamos envolver al espectador dentro de un juego de sonidos e imágenes espontáneas.

El envolvimiento es una de las experiencias más notorias en la exposición curada por Waseem Syed. Las obras exhibidas intentan repensar nuestra percepción del espacio a partir de varios formatos. Desde la fotografía y el vídeo, Jorge Linares alcanza dicho sentido al exhibir una serie de fotografías y vídeos donde explora la contaminación visual en la urbanidad de Guatemala. A partir de vídeos donde se pueden ver rótulos y objetos en movimiento, así como imágenes estáticos donde predomina la alteración de grandes camiones, vehículos o edificios, Linares regresa a los espectadores una dosis del caos cotidiano producido por los ritmos insaciables del capital.

No pensamos, 2024, José Wolff.

De regreso al MUNAG, la distorsión como experiencia estética se desborda en El milagro moderno del cine sonoro, un cortometraje del realizador español José Ignacio Hernández, quien coloca en un vídeo distintas imágenes de la década de 1940 a la par de animaciones hechas con inteligencia artificial. Esta contraposición va develando una suerte de thriller donde los ruidos, la arritmia y el caos se transforman en los personajes de la puesta. Avanzando en la misma sección donde se encuentra esta obra, también se alcanza a ver Camoflux Mangrove Biome, un vídeo de Leonardo Castañeda que se desprende de un videojuego que ha estado desarrollando con el fin de abordar una historia sobre cataclismos, donde el una «posthumana» empieza a construir un teletransportador para comunicarse con varios entornos vivos mutantes.

Hablar sobre experiencias sensoriales y dislocadas del mundo tradicional es relevante dentro de Continuum, donde se evidencian piezas en las que el arte lleva a pensar el cuerpo como interfaz de activación. Tal es caso en las obras de Balam Soto, Alba Triana Sebastián González Dixon. En sus apuestas predominan con mucha fuerza las ondas electromagnéticas y el sonido que se genera a partir de la interacción de los cuerpos con sus máquinas.

A través de la obra Ecos en el algoritmo, Balam Soto invita a jugar con las manos sobre un tablero que escanea ondas y en paralelo, proyecta el movimiento de varios elementos sobre un muro antiguo. Sebastián González Dixon aborda el entrecruzamiento de los cuerpos con la tecnología al desplegar una obra interactiva en la que un tubo de PVC conectado a sensores, proyecta las ondas sonoras y visuales a partir de los movimientos que haga el portador. Por otro lado, Alba Triana repiensa los cuerpos instrumentales en su obra Materia Vital: Dueto para Platillo Vibrante y Sombra donde explora cómo la corporalidad de un platillo metálico llega a evocar imágenes y nuevos sonidos luego de estimularse con energía acústica.

Continuum no solo se enfoca en la conexión entre el arte y la tecnología, sino también explora la naturaleza de la existencia en un mundo que parece estar cada vez más alienado tanto en los regímenes de la virtualidad, el consumo y las políticas de poder. Las obras de Fabiola Larios, Moisés Sanabria, Cristóbal Cea y Rodolfo Peraza recurren a abordar la tecnología como elemento que moldea nuestras vidas y cuerpos.

Fabiola Larios, en sus dos piezas explora cómo la tecnología y la violencia se entrelazan. Su primera instalación, una silueta de escena de crimen hecha completamente de cables ethernet, resalta los peligros al uso de Internet, subrayando cómo la virtualidad puede convertirse en un campo mortal, tanto en sentido literal como metafórico. Los cables se convierten en una alegoría de la red intrincada de conexiones y consecuencias que surgen en el mundo digital. En Gemas de obsolescencia, Larios explora el fetichismo hacia los objetos digitales, transformando una laptop obsoleta en una pieza adornada con perlas y gemas, sugiriendo una reflexión sobre la relación simbiótica y, a menudo, efímera entre humanos y máquinas.

Caverna Chismosa, 2024, Cristóbal Cea.

El trabajo de Moisés Sanabria dialoga con un mismo humor mordaz y una crítica al capitalismo contemporáneo. Su obra Comprador inteligente transforma una carreta de supermercado llena de cerebros en una metáfora visual del valor humano mercantilizado en la era del capitalismo neuronal. A su vez, El precio de la existencia presenta un esqueleto humano envuelto en billetes de bolívares obsoletos, simbolizando la desvalorización no solo de la moneda, sino también de la propia humanidad en un sistema económico que consume todo, incluyendo la esencia de la vida.

Rodolfo Peraza, en su intervención, aborda la dominancia de los cuerpos bajo regímenes totalitarios y virtuales. A través de un videojuego basado en el «Manual de Educación Formal» del régimen cubano, Peraza cuestiona la manipulación y el control mental en contextos autoritarios. En PILGRAM 3.1, el artista expone las complejas relaciones que la tecnología establece entre distintos puntos geográficos, evidenciando las nuevas formas de control y vigilancia digital que definen la vida contemporánea.

Finalmente, Caverna Chismosa de Cristóbal Cea cierra el recorrido con una exploración más lúdica y filosófica de la existencia. A través del debate entre dos criaturas sobre la naturaleza del chisme y la imaginación, la obra invita a reflexionar cómo las ideas y narrativas se transforman con la evolución tecnológica, sugiriendo futuros mutantes donde la realidad y la ficción se entrelazan de maneras inesperadas.

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