lunes, septiembre 16, 2024
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“El arte en Guate es el gran desconocido al igual que la historia”, una charla con Diego Ventura Puac-Coyoy

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Por Magui Medina

Cuando Diego me habla, me mira a los ojos con fuerza. Pareciera que siempre tiene algo importante que decir, y posiblemente así sea. Al entusiasmo que emana de su mirada no lo detiene ninguna pantalla, al contrario, lo fortalece. Ha vivido atento a su entorno desde que era niño, en una constante sobreestimulación de formas y sonidos.

Las pinturas que colgaban las paredes del hogar donde creció, en Quetzaltenango, el arte religioso, la imaginería y el menaje de casa de su abuela materna, doña Delfina, llenaron su entorno de esa magia que deviene directamente del arte. Porque Diego forma parte de la primera familia maya k’iche que ha construido y curado una colección de arte moderno y contemporáneo en Guatemala, específicamente en Chichicastenango. Su infancia -qué digo- su vida es como un óleo de Fidel Caté Tuc Tuc.

Diego Ventura Puac-Coyoy nació en 1991. Es, ante todo, un ajq’ij ( guía espiritual maya k’iche)’, curador independiente, editor y fundador de espacio/C un proyecto de arte contemporáneo y memoria histórica  ubicado en Chichicastenango. Estudió Ciencia Política y Restauración de arte en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Memoria histórica, pueblos originarios, territorio y alimentación son las temáticas de sus investigaciones.

La Colección del Fondo para la imagen, palabra y pensamiento Ventura Puac-Coyoy se ha unido a la Colección Paiz en la exposición “Antes de ser, ya éramos”, una propuesta curatorial de Diego y Maya Juracán, que busca otras miradas y cuestionamientos acerca del Bicentenario de la Independencia de la República de Guatemala. 

 

La María, 1982, pintura sobre porcelana, Irma de Trutman.

– ¿Cuáles son tus primeros recuerdos del arte que rodeaba tu niñez?

-En la casa, mis papás siempre tuvieron colgadas en las paredes obras de arte. No solamente por ellos como coleccionistas, sino porque también vendían. Había varias piezas exhibidas que los turistas compraban. Esas nociones estéticas nos dieron (a él y su hermana) ciertos paradigmas porque al final, aquí en Chichicastenango –Chichi– y en la mayoría de los poblados mayas, Kaqchikel, k’iche’, Tz’utujil: Más es más. Se ve en la indumentaria, en el mercado de Chichi abarrotado de colores, cosas y formas. Entonces la pintura maya es igual. Uno crece en esta sobreestimulación todo el tiempo.

Diego cuenta, con entusiasmo, que su abuela materna, Delfina, vivió 10 o 12 años en Alemania y trajo muchas cosas: azucareras, tacitas y amenidades de té. Entonces también él y su hermana, han tenido una fuerte sensibilidad con el menaje de casa. Para ellos, es una extensión de la forma de ser, de convivir. Son objetos utilitarios que esconden no solo la parte visual artística, sino esta experiencia de amor propio. Eso y la crianza de sus papás les marcó. Porque esos procesos de ladinización y occidentalización también implican cosas en tu vida.

-¿Cómo fueron tus primeros pasos fuera de Quetzaltenango?

-Cuando yo trabajé en la ciudad, nunca sentí que hubiera un trato diferente hacia mi persona. De hecho, yo era el abusivo, la persona pesada. Pero tengo varios amigos de mi pueblo –ahora que vive en Chichi y se ha involucrado más con la comunidad-, varias personas que me han contado que cuando han ido a la ciudad, ya sea a Quetzaltenango, la capital o la cabecera departamental del Kiché, ellos sí sienten que hay una diferencia cultural, de cosas que no son parte de su contexto: uso de cubiertos, diferenciación entre vaso y taza, por ejemplo.

Diego me explica que en Chichi la vida es práctica y los matices de los modales occidentales no tienen importancia. Por eso se siente este choque cultural. Todavía estamos en una etapa temprana de entendimiento de los otros, en términos de país. Las formas para referirse a los demás son, todavía hoy, muy despectivas.

-Hablando de diferencia cultural, ¿qué concepción te merece el término de “pintura popular”?

-Yo creo que es como todo lo que hemos aprendido. Es una cuestión de crianza, cultura, aprendizaje y desaprendizaje. Por ejemplo, a estas alturas yo no puedo venir a pedirle a una persona que ha estudiado historia del arte, que tiene 78, 80, 90 años… yo no puedo exigirle que deje de decir arte naif o pintura popular porque así lo aprendió y a estas alturas del partido me voy a cansar explicándole. Pero desde este lado de la historia conozcámoslo, pero dejémoslo ahí, como ya sucedió. La historia del arte viene desde Europa, esencialmente, porque ni siquiera los artistas estadounidenses son reconocidos dentro de los círculos de las Bellas Artes Europeas.

-¿Cómo se construye el arte contemporáneo en la región?

-Se siguen apreciando mucho las formas sobre otras cosas. Creo que el rompimiento se logró a través de la modernidad. Latinoamérica fue un gran rompimiento en la modernidad del arte. Con la Bienal de São Paulo y la Bienal de Arte Paiz se abrieron estas nuevas concepciones de ver el arte. La Fundación (Paiz) al principio tenía esta categorización de Pintura popular que respondía a los estudios de historia del arte que se tenían en esos momentos. Pero una cosa que a mí me parece muy importante de ese momento, es que la Fundación dentro del certamen nunca categorizó ni hizo de menos, sino que dentro del mismo certamen todas las piezas ingresaban a la arena de juego y ganaba la que estuviera mejor pintada y punto. Muchos pintores de Comalapa o del Lago ganaron Glifos de oro, plata, bronce. Ya luego se categorizó dentro de la selección, todo ello responde a estos estudios. A mí no me gusta el término arte popular porque sigue siendo, como menciona Erwin Panofski, el arte de las masas. En realidad, el arte popular no posee una clasificación dentro de las Bellas Artes porque nadie se ha tomado el tiempo de teorizar. Creo que esa es una deuda histórica que tenemos las personas que nos dedicamos a estas cosas: teorizar.

Con paciencia y (otra vez) mucha pasión, me explica Diego que para llamar a la pintura per se y si es que hay que categorizarla, el término correcto y a grosso modo, sería Pintura guatemalteca porque se produce en estos territorios. Los pintores mayas se reconocen como pintores por el mercado, pero ellos en realidad se reconocen como escribanos.

Surge el guía espiritual y me explica que dentro de los oficios de los idiomas originarios porque no existe una palabra que defina artista o arte, es más bien escritura; y la escritura se encarga de registrar lo que sucede, acontecimientos, el tiempo. Y ese es en realidad el trabajo de ellos: escriben. Si te das cuentas los escribas mayas no solo hacían glifos también había otra serie de ilustraciones, letras y símbolos que en realidad se complementaban, lo que ahora reconocemos como pictogramas.

-Hablemos de la colección, ¿qué valor tiene la Colección del Fondo para la imagen, palabra y pensamiento Ventura Puac-Coyoy?

-En principio, la colección es un registro que nosotros queremos hacer desde nuestra propia visión de la historia; de lo que nosotros queremos contar, que muy probablemente nunca será contada a través de los libros de texto, de los libros oficiales. Para nosotros -la comunidad maya k’iche’- el acto de coleccionar se vuelve un acto de estrechar lazos, tejer redes. Porque al final la convivencia que se logra con los artistas, los entendimientos y los conocimientos que te dan los artistas no suceden desde el oficio sino, desde la confianza. Entonces, para ellos es más fácil hablar de ciertos temas cuando tenemos conductas o culturas similares, a pesar de que todos somos mayas, cada quien tiene su propia nación. Se abre este vínculo de confianza.

Diego explica algo muy importante, está en el tono de su voz, en el brillo de sus ojos

-La mayoría de los pintores tiene sus pinturas para la venta y tiene las pinturas (muy de ellos) que tienen personas muy específicas, entonces lograr que ellos te pasen a la otra sala donde están las pinturas que para ellos son importantes, eso es un acto de profunda confianza. Si te das cuenta estas pinturas que son así de específicas en las colecciones de la Fundación o en colecciones privadas o las del museo, la mayoría no son folcloristas, sino que cuentan tragedia, no son pinturas dulces. Para nosotros es el valor de contar esas otras historias que la hegemonía no quiere contar.

Confirmado: Diego siempre tiene palabras importantes que compartir.

-Para nosotros es un manifiesto político porque históricamente se piensa que las personas que pertenecen a pueblo originarios tienen que pensar en la tierra, en un rol de labranza o ser personas de servidumbre o comerciantes, pero hasta ahí. Meternos al mismo juego y decir: Nosotros coleccionamos arte y este es el patrimonio que estamos dejando. Al mismo tiempo, es un statement político porque no solo tenemos pinturas desde las comunidades, tenemos una sección de arte moderno y contemporáneo. Poner en entre dicho el buen gusto… Se supone que solo cierto grupo económico y cultural conoce lo que es el buen gusto. ¿Qué pasa si desde otro lugar u otra perspectiva se tiene el mismo gusto que ellos? ¿Será que seguirá siendo buen gusto o cómo se llamará? (…) Me encantaría que nuestra colección sea abierta a todo público, a grupos de estudiantes de acá. El arte en Guate es el gran desconocido al igual que la historia, no digamos en las comunidades que no son centros urbanos.

 

-La última: ¿qué artista tiene tu total admiración?

-Marco Augusto Quiroa por sus convicciones políticas. No solo se dedicaba a la pintura, era escritor, columnista, ilustrador, publicista y por último fue diputado. Todo este contexto tan activo, no solo dentro del arte, sino que con todo lo que sucedía a su alrededor. Era mucho de ir a las cantinas en el Centro, tener amigos en todos lados. Marco Augusto tenía amigos en Amati, en el Lago, Tecpán, en el Centro. Se relacionaba con los coleccionistas, podía convivir con cualquier otra persona. Yo siempre he pensado que la mediación puede tener buenos frutos porque no podemos radicalizar completamente el arte: no puede ser de élite, tampoco puede ser meramente espiritual. Los artistas tienen necesidades de vender piezas, quienes pueden comprar pertenecen a cierto nivel socioeconómico. Marco Augusto podía estar en polos tan opuestos y moverse entre todos. Eso es algo que yo admiro mucho.

¡Gracias!

Por Ana Castillo, coordinadora de Programas y Proyectos de FP

Seguramente algunas personas esperarían que al hablar de la #22BAP pusiéramos en la mesa lo evidente. Somos el evento más importante de arte contemporáneo en la región, los tres ejes, las seis sedes, los 40 artistas; que somos la primera bienal de Centroamérica, la segunda de Latinoamérica, etc. Pero será de la fortaleza, del compromiso, del profesionalismo, del asombro, del encuentro, de las disrupciones y del amor al servicio que ha implicado llegar a esta edición de lo que hablaremos a continuación.

Hubo ediciones de BAP ininterrumpidamente por más de 40 años a pesar de las tormentas, terremotos, el Conflicto Armado Interno, los problemas políticos y de gobernabilidad, pero frente a la pandemia de COVID-19 sufrió un sismo, tuvo una pausa y se pospuso un año.  Esta prolongación para nada la convierte en una trienal, aclaro, y es que el tiempo en que se detuvo fue el justo para gestar todos los esfuerzos que la llevaron a cabo. Ello implicó muchísimo trabajo, coincidencias, discusiones, presupuestos, modelos, desencuentros, creatividad, rigor teórico, campañas, flexibilidad, cotizaciones y redefiniciones. Básicamente, hacer una nueva bienal concebida en relación al 2020, en la que pasamos de 11 sedes de exhibición a seis sedes, y de 32 artistas a 40, solo por mencionar un ejemplo.  Durante este tiempo el trabajo demandó horas y horas de trabajo, que me gustaría nombrar como encuentros con lo desconocido y una suerte de adivinación que nos ha dejado infinito aprendizaje y satisfacción.

En diciembre del año anterior inició el proceso de fortalecimiento del equipo implementador y en los meses subsiguientes se integraron otros profesionales a la larga lista de los habituales, se sumaron proveedores, y arrancó otra fase de trabajo arduo, cuyo principal hito lo marcan las inauguraciones: parece que esa magia develada difumina todas las semanas y meses anteriores, encubriendo mucho del cansancio. Las visitas inician, la energía se renueva y pareciera que no, pero el trabajo sigue y tendrá un fin como proyecto en octubre de este año con las publicaciones, seguidas por el análisis y la discusión de lo alcanzado, las lecciones aprendidas y el registro de las buenas prácticas.

Muchos cambios han sido implementados en esta edición. Nombrar a las y los guías como tal parece insignificante, pero brinda reconocimiento a un grupo clave de nuestro trabajo. Asignar a personas experimentadas para liderar acciones clave contribuyó a desenredar los procesos y si, también a veces a duplicar acciones. Obligarnos a reunirnos y reportar la información clave y precisa para que estuviéramos al día del resto del quehacer de las y los colegas nos preparó para buscar soluciones y enfrentar contingencias. Todo esto con un cambio drástico que dejaba en el recuerdo el café y la convivencia por conexiones a través de la pantalla e interrupciones del internet, empezar con procesos de sistematización y estructuración sólida del proyecto educativo innovando con recursos para enfrentar una visita autogestionada por el visitante; es algo sin precedentes.

Discutir, buscar, encontrar respuestas para comunicar a través de la página web, implementar talleres virtuales, acercar públicos, pero por sobre todo permanecer fuertes frente a la incertidumbre que ha generado la epidemia, entregar al público una bienal de primer nivel, mantener la esperanza, regalar belleza, abrir y golpear mentes, poner alerta los prejuicios, conmover, acercar talentosos corazones, amar y cuestionar el arte frente a cualquier disputa y contingencia: esto fue la 22 BAP.

Destaca también en esta edición un montaje que dialoga entre sí, una convivencia-interferencia entre las piezas que, debido al coronavirus creó posibilidades infinitas de nuevas imágenes y sensaciones.

Foto: Andrés Asturias para la 22 Bienal de Arte Paiz


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Decir que esto no hubiese sido posible sin la gente detrás es obvio y limitado, por ello, quiero agregar que no hubiese sido posible sin la gente que estuvo delante, a un lado, detrás, presente y a distancia. Sin duda, dentro de los colaboradores anónimos podemos sumar a nuestras familias que sin saberlo también han sido parte de este esfuerzo, las largas horas de trabajo que ha implicado para los equipos ha tenido sin duda una repercusión, de allí la importancia que nuestras familias disfruten de este logro compartido visitando las exhibiciones.

 
 
 
 
 
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A las personas más visibles, a las menos expuestas por la cámara, a las más discretas, a las protagonistas de primer plano y a las que quizá no creen que son parte, sí, a todas esas y a las que nuestra memoria nos traicionará olvidándolas, a todas quiero dar gracias. Y quiero regalarles las palabras que las y los guías han recogido de lo que es y lo que somos todas y todos como bienal.

“Un constante cuestionamiento sobre el mundo del arte, las personas que trabajan en él y las que interactúan con él. Completo aprendizaje sobre los visitantes y sus visiones, choques con algunos y similitudes con otros. Comprender que NADA es lo que parece y que el espacio artístico montado no se compara con el trabajo detrás”. (Renata Álvarez)

 “Aprender que el arte es uno de los indicadores más fuertes en nuestra historia y esas historias deben ser narradas desde diferentes puntos de vista”. (Eyleen Jordán)

“Diálogos, diversidad, un aprendizaje constante, cuestionamientos, compitas[1]. Salir de mi zona de confort”. (Esvin López)

A llenarnos de orgullo entonces y empezar a trabajar en la #23BAP, que esto no se detenga.

[1] Amigos y amigas, comadres y compadres de la vida, gente con la que sí se hace equipo y revolución.

Las mujeres y su liderazgo en FP

Entrevista a María Regina Paiz, Presidente de Fundación Paiz

 

¿Cómo reconoce Fundación Paiz el aporte de las mujeres en arte, cultura y educación?

En Fundación Paiz, nos esmeramos por ofrecer oportunidades equitativas en todas las áreas que operamos, tanto en becas educativas, como en foros de exhibición. En nuestras bienales, la mitad de la curaduría ha sido desempeñada por mujeres. Queremos dar voz a mujeres artistas, apoyar su desarrollo y abrir nuevos espacios que aborden temas relevantes a la mujer y que avancen la equidad en las artes.

La voz de la mujer en el arte es vital, porque conlleva una temática y una perspectiva muy distintas a la del hombre. Su forma de ver la vida –su energía femenina, sus filtros, sus lentes– da un enfoque alterno que suaviza y balancea al arte masculino. En Fundación Paiz, queremos reconocer esa voz y potenciarla.

Un dato interesante es que, del total de las becas que otorgamos –en igual proporción a hombres que mujeres– alrededor del 70% de quienes terminan sus estudios son mujeres, y además ellas sacan, en promedio, mejores notas.

 

¿Cómo ha contribuido Fundación Paiz en la construcción de un mundo más igualitario?

En Fundación Paiz no hacemos diferencias. Los programas que creamos los ofrecemos por igual, reconociendo los méritos de las personas indiscriminadamente. Somos un puente: un punto de conexión que abre diálogos y posibilidades de encuentro entre sectores, a nivel educativo y artístico.

Reconocemos la capacidad creativa de los jóvenes y buscamos generar oportunidades para que esa creatividad se desborde. La creatividad es el motor que impulsa sus sueños, y no digo esto a la ligera. Los sueños de nuestros jóvenes son los que van a crear el futuro. Es indispensable darles rienda suelta y vuelo, pero eso solo se logra cultivando y educándolos, para que tengan las herramientas necesarias que les permitan soñar en grande.

Para responder más concretamente a la pregunta, además de apoyar las becas o espacios de exhibición para artistas, también generamos vínculos entre los artistas y las personas o instituciones locales o internacionales que puedan darles una mano. Y de nuevo, las oportunidades que ofrecemos son en partes iguales para mujeres y para hombres.

Un ejemplo exitoso de cómo contribuimos a la igualdad es Acción Joven, un programa que ofrece formación técnica a jóvenes en riesgo. Mucho del aprendizaje se hace a través del arte, para estimular nuevas maneras de pensar, de ver la vida y de expresarse.

 

¿Cómo ha sido el papel de las mujeres en la creación de la fundación y su liderazgo?

El papel de la mujer ha sido significativo en Fundación Paiz. Los fundamentos de contribución social que nos identifican parten de la visión y los intereses de mi abuela, Graciela Andrade de Paiz. Luego mi tía, Jacqueline Riera de Paiz, fue el motor cultural que materializó los sueños de los fundadores y llevó las propuestas artísticas de Guatemala a un nivel superior. Fue su liderazgo el que condujo a Fundación Paiz a alcanzar grandes logros, como la producción de óperas con talentos nacionales, la creación de una orquesta filarmónica, y la atención al arte guatemalteco en todas sus expresiones. Luego otra tía, Isabel Paiz de Serra, estructuró y ordenó el funcionamiento de la Fundación, dando más énfasis a proyectos educativos. Durante su gestión, desarrollamos metodologías para apoyar la educación en áreas urbano-marginales, usando el arte como una herramienta en la prevención de violencia.

Las mujeres, por tanto, han tenido un rol notable en el liderazgo de Fundación Paiz. Vale mencionar, además, que el 80% de nuestros colaboradores son mujeres, y que nuestro Consejo Directivo está conformado en su mayoría por mujeres.

 

¿Cuáles cree que son los retos más difíciles que afrontan las mujeres en los puestos más altos?

Tuve la suerte de crecer en una familia que no me inculcó la creencia de desigualdad de género. Siempre me consideré igualmente inteligente e igualmente capaz que cualquier hombre. Fue para mí una sorpresa, al crecer, enterarme que éste era un tema de preocupación para otras mujeres.

Hoy me doy cuenta del tremendo esfuerzo que hacen muchas mujeres por equiparar sueldos y oportunidades, por darse su lugar en las mesas de decisión y hacer valer su voz. Y sí somos diferentes las mujeres de los hombres. Nuestra perspectiva es diferente. No mejor, solo diferente; y eso permite tener ángulos diferentes a la hora de abordar un problema.

Un reto que tenemos en la Fundación es equilibrar el arte femenino y masculino en nuestra colección permanente. Y otro reto –como Fundación y como país– es reforzar las creencias en nuestras niñas de que son igualmente merecedoras y capaces.

 

Nos podría dar un mensaje de aliento para las mujeres guatemaltecas en este día.

Creo que las mujeres podemos trascender estereotipos de género, si lo queremos. Las limitaciones están en la mente y en las creencias que elegimos conservar. Si podemos identificar nuestras creencias limitantes, también podemos reemplazarlas por otras que no nos saboteen.

Las mujeres debemos ser más solidarias las unas con las otras: dar una mano o palabras de aliento para que más de nosotras sean exitosas. Pero eso de dar aliento comienza por nosotras mismas, viéndonos en el espejo y animándonos sin reserva y con valentía. Todas tenemos poderes creativos ilimitados. Imaginemos, entonces, un nuevo sueño para nosotras y nuestras hijas.

 

Tatuana, la ópera

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La ópera es la síntesis del arte total porque incluye música y canto, literatura, teatro y danza. Además, incorpora complejos elementos de arquitectura y de las artes visuales. En resumen, tiene las posibilidades de convertirse en un espectáculo magno. Crear una ópera guatemalteca, con un gran montaje, es el vehículo ideal para dar nacimiento a una obra memorable y enriquecer con ella nuestro patrimonio cultural.

Recrear la conocida leyenda “Tatuana” como base del argumento de la ópera significa recuperarla para nuevas generaciones. Si el acervo cultural no se mantiene vigente, se corre el riesgo de perderlo para siempre. Y para evitarlo Fundación Paiz junto a Carlos Zardetto y Paulo Alvarado han ideado el taller: ¿Cómo se produce ópera en Guatemala? 

“Tatuana”: la primera ópera nacional contemporánea de gran formato

El taller es una verdadera guía didáctica que aborda aspectos de producción de obras de gran formato en países como Guatemala, de la voz de sus autores Carol Zardetto y Paulo Alvarado.

Taller de 7 sesiones: inicia el 14 de octubre, los miércoles a las 18:00 horas

Inscripción: temprana Q600 hasta el 2 de octubre | Q800 del 3 de octubre en adelante.

Link de inscripción: http://bit.ly/TallerTatuana

El taller multidisciplinario está basado en “Tatuana”, la primera ópera nacional contemporánea de gran formato. Es un recorrido por cada uno de los pasos en la producción de una ópera, desde el proceso creativo, montaje, estrategias de financiamiento, mercadeo, entre otros.

¿Por qué “Tatuana”?

Porque es una leyenda conocida en Guatemala y es parte del imaginario colectivo con profundas raíces. La leyenda tiene distintas versiones, pero en todas hay un sustrato común: se trata de una mujer que se opone con sus acciones a las normas que rigen a las mujeres en la sociedad y, debido a su transgresión, es condenada. En Guatemala, autores de gran relevancia como Miguel Ángel Asturias y Pepe Milla la han retomado, creando sus propias versiones.

En la ópera “Tatuana” se revitaliza un relato transmitido de generación en generación. Se aprovecha la leyenda para incorporar un comentario sobre el condicionamiento histórico de la mujer y su lucha por forjar el propio destino. Ello resulta en una bella obra de arte, portadora de una valiosa simbología. Un canto a la libertad que a todos convoca.

El reto del taller es ambicioso: tomar un elemento cultural de nuestras raíces y elevarlo a los más altos niveles de la representación artística.

 

 

 

Jueves Libres de Fundación Paiz

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Durante el confinamiento, provocado por la Covid-19, Fundación Paiz buscó una manera de acompañar al público cercano al arte, la literatura y la escritura creativa. Dichos encuentros se denominaron: Jueves Libres.

Esta serie de encuentros virtuales (vía zoom) es un programa educativo con talleres, entrevistas y charlas de contenido artístico que está a cargo de expertos y profesionales de los distintos temas para contribuir a la formación crítica, intelectual, educativa y artística a las personas que asisten a los encuentros, los días jueves a las 18 horas.

Un oasis de arte y creatividad

La serie de encuentros Jueves Libres busca ampliar la visión del público asistente respecto a cómo el arte y la educación transforma la vida de las personas. Para ello, se diseñó un plan educativo para facilitar los procesos formativos y artísticos de los asistentes, a través de una serie de actividades que incluyen diversidad de temas.

El programa está a cargo de Carla Natareno en colaboración con Adrián Lorenzana, Maya Juracán y el aporte de expertos en distintas disciplinas artísticas: pintura, escultura, arquitectura, música, danza, literatura y cine; quienes han brindado su conocimiento para que cada encuentro sea un espacio donde el arte es el mejor aliado.

Hemos atravesado juntos de la mano del arte el confinamiento y esperamos que ese recorrido haya sido, de alguna manera, liberador.

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