Año: 1998 Técnica:Fotografía – Blanco y Negro Dimensión: 11 x 14 pulgadas y 22 x 22 pulgadas Premio: Glifo de Bronce – XI Bienal de Arte Paiz
La obra de Tomás García Zamora explora la homosexualidad y la identidad en un contexto de represión y resistencia en Guatemala. Presenta una retícula fotográfica de cuerpos desnudos o semidesnudos en blanco y negro, donde la repetición y el contraste entre figuras iluminadas y en sombra sugieren una narrativa sobre la diversidad y la multiplicidad de experiencias. La presencia de las palabras «Culpable», «Gay» y «Homosexual» añade una dimensión semiótica de la violencia y su representación cultural en el país. La decisión de mostrarse en fotografías resuena como un acto de emancipación en un país donde la población LGBTIQ+ ha enfrentado históricamente persecución y violencia. La obra también podría reflexionar sobre la revolución sexual de la segunda mitad del siglo XX, que desafió los códigos hegemónicos de moral y comportamiento, resaltando la tensión entre el individuo y la colectividad en la lucha por la visibilidad y la aceptación.
La historia de amor de Carlos Paiz y Graciela Andrade
El amor tiene muchas formas de expresarse, pero pocas son tan íntimas y conmovedoras como una carta escrita a mano. Por eso, nos vimos muy conmovidos cuando en nuestras exploraciones por la Casa Zaragoza (exploraciones que como buenos y curiosos comunicadores hacemos a menudo), encontramos un tesoro inesperado: una caja de chocolates «Whitman’s Sampler», en la cual doña Graciela guardó con celo las cartas que su esposo e hijos le enviaban en sus viajes de negocios. Este tesoro fue el inicio para contar la historia de amor de Carlos Paiz y Graciela Andrade.
En esas páginas, escritas con tinta y amor, descubrimos una historia de devoción, compromiso y cariño inquebrantable. Un amor que no solo construyó una familia, sino también un legado que cambiaría el rumbo económico y cultural del país.
A través de fragmentos de estas cartas y del libro La historia de Carlos Paiz, reconstruimos la faceta más íntima de esta pareja: la de compañeros de vida, padres dedicados y soñadores incansables. Hoy, en el Día del Cariño, queremos compartir con ustedes esta historia de amor.
Un amor marcado por el destino
Corría el año 1937 cuando Carlos Benjamín Paiz Ayala, un joven empresario, se encontraba en la puerta de su tienda observando el ir y venir de la gente. Fue entonces cuando una joven de cabello oscuro llamó su atención. Día tras día, Carlos la veía pasar, regresando de la Escuela de Comercio, y aunque su timidez le impedía acercarse, su corazón ya le pertenecía a aquella desconocida.
Lo que Carlos no imaginaba era que el destino ya había trazado el camino que los uniría. Cuando decidió contratar a una secretaria para su negocio, su contador le recomendó a una joven excepcional. Para su sorpresa, era la misma muchacha que había cautivado su mirada. Así fue como Graciela Andrade entró en su vida y en su empresa, sin saber que también entraría en su corazón.
Carlos quedó aún más fascinado al conocer a Graciela en su faceta profesional.
«Viéndola trabajar, mi admiración por ella aumentó: era ordenada y muy eficiente, y siempre le sobraba tiempo para hacerse cargo de otras tareas. Sin embargo, estos análisis sobre su eficiencia y talento, aunque verdaderos, eran una forma de engañar el amor y de complacer mi timidez, aplazando el momento terrible de decirle que estaba profundamente enamorado de ella.»
A partir de ese momento, Carlos inició una travesía, nada fácil, para entrar en el corazón de Graciela. Decidido a conquistarla, comenzó a dejarle pequeñas notas y regalos en su escritorio, expresándole con gestos su creciente cariño. Graciela, aunque al principio se mostraba reservada (pues don Carlos tenía fama de ser coqueto), guardaba con recelo cada mensaje. Poco a poco, su corazón fue cediendo ante la insistencia y ternura de Carlos.
Primera nota enviada por Carlos Paiz a Graciela Andrade (1937): Me llamo: Carlitos
Nota enviada junto a ramo de rosas a Graciela Andrade en su cumpleaños: Para Graciela, con todo el cariño. Carlos B. Paiz. A. 19/12/37
Un «sí» que casi no llega
El 4 de noviembre de 1937, el día de su cumpleaños, Carlos reunió todo su valor para pedirle que fuera su novia. Pero, impulsado por su amor y entusiasmo, también le propuso matrimonio.
La intensa declaración dejó inquieta a Graciela, quien, sin saber qué responder, decidió fingir una enfermedad y pedir unos días de descanso. Viajó a Panajachel para reflexionar sobre la apresurada propuesta, buscando tiempo para ordenar sus sentimientos.
Sin embargo, Carlos sospechaba que su ausencia era una forma de evadir la respuesta. Decidido a no perderla, habló con la madre de Graciela, doña María Luisa Andrade, y le ofreció poner a su disposición a su médico de confianza para asegurarse de su bienestar. Cuando Graciela regresó, Carlos la esperó con una cita médica programada y un ramo de flores acompañado de una nota especial.
Grace: Deseo que siga mejor, a las 10 debe estar en el Hospital
aunque nos hace muchísima falta no se preocupe por nosotros. La esperamos siempre, pero ya buena y alegre. Carlos B. Paiz A.
El corazón de Graciela no pudo resistirse a tanto cariño y cuidado. Finalmente, tomó la decisión de aceptar su propuesta y, dos meses después, el 6 de enero de 1938, la pareja se casó en la Iglesia del Carmen.
Nota escrita por Carlos Paiz a Graciela Andrade dos días antes de su boda:
Grace: a las (5) paso por ti debes estar pollona pues vamos a un té que nos dan unas amigas en el patio; con tu vestido de hoy creo
estará bien o el doradito, tú lo dispones. Tuyo Carlos
G 4/1/38
Nota escrita por Carlos Paiz a Graciela Andrade un día antes de su boda:
Graciela: ¿Cómo amaneció mi novia? bonita verdad? Quiero me mandes mi foto, la grande que tienes en tu cuartito la necesito para un cliché.
La muchacha llegará después
por tu ropa, pues quiero tenerla en el carro cuando nos vayamos.
Tuyo Carlos
Un legado de amor y transformación
Desde ese día, sus vidas cambiaron para siempre. Graciela pasó de ser la secretaria de la tienda a convertirse en un pilar fundamental del negocio. Por su parte, Carlos encontró en ella una fuente de admiración y una compañera inigualable, y juntos sentaron las bases de lo que se convertiría en una revolución en el comercio guatemalteco.
A pesar del éxito de los Almacenes Paiz, que le mantenían muy ocupado, Carlos jamás dejó de expresar su amor por Graciela. En cada viaje de negocios, le escribía cartas detallando sus logros, las innovaciones que veía y cuánto la extrañaba. Esas cartas, telegramas y notas se convirtieron en testigos de su devoción.
“No me vine muy contento porque la dejé con mosh, máxime que no pude saber el motivo, lo seguro que yo sea el culpable por no saber atender a mi mujercita tan buena que tengo, pero de ahora en adelante seré diferente.”
Graciela, por su parte, guardó cada una de ellas con cuidado, convirtiéndolas en un legado de amor que nos permite reconstruir su historia. Gracias a estos escritos, podemos ver que su relación se basó en la admiración, el respeto y un amor inquebrantable.
Nota enviada por Carlos Paiz a Graciela Andrade por su cumpleaños en 1942:
“Engracia: Desde que te entregué mi corazón nada he encontrado mejor para festejarte este día que ofrecértelo nuevamente aunque un poco viejo, pero siempre queriéndote…. G 19/12/42”
Postal enviada por Carlos Paiz a Graciela Andrade en 1955:
“Gracielita A de Paiz, Pte:
Gracielita: Tengo fe que cada día seremos más felices.
Tuyo siempre.
Tu Chale.”
Carlos B. Paiz A. a su adorada mujercita Graciela A. de Paiz
G 23/10/38
El fruto de su unión fueron seis hijos: Carlos Manuel, Rodolfo Ernesto, María Isabel, Sergio Abelardo, Fernando y Roberto. Su historia es una prueba de que el amor verdadero se construye con confianza, compromiso y comunicación.
«Lo lindo de ellos dos es que se querían profundamente. Estaban sumamente enamorados el uno del otro. Mi papá estaba loco por mi mamá y ella, a pesar de ser tan conservadora, se dejaba querer y cuidar por él. Creo que el éxito de su relación radicaba en que se complementaban, pero también se admiraban y respetaban mutuamente.
Para nosotros, fue una bendición tener unos padres como ellos y ser testigos de ese amor, disfrutando de una familia sólida y estable. Mis papás supieron transmitir a sus hijos y nietos el amor por el trabajo, pero sobre todo, el amor por la familia.»
Hoy, el legado de Carlos Paiz y Graciela Andrade nos recuerda que el amor no solo transforma vidas, sino que también puede cambiar la historia de un país.
Año: 1986 Técnica: Mixta Premio: Glifo de Plata – V Bienal de Arte Paiz
Presentada por primera vez en la V Bienal de Arte Paiz, que se realizó en 1986, la obra Torito de Eugenia Beltranena llamó la atención por su captura tonal y formativa dentro de un lienzo de 0.76 por 1.50 metros. La obra obtuvo el Glifo de Plata (equivalente a un segundo lugar) dentro de la categoría Libre Expresión de la bienal. De acuerdo con el acta del jurado calificador del certamen de 1986, la pieza de Beltranena destacó no solamente por su realización técnica, sino por el «impacto llamativo abstracto de su cuestionadora forma y color».
Creada sobre un soporte de cartón piedra, la pieza Torito emula el tradicional acto en el que se queman estructuras en forma de toros, a la vez que se componen de detonantes pirotécnicos. En su recreación, Beltranena opta por plasmar la gestualidad de la danza que ocupa a quienes portan los llamados toritos. En su obra, la artista también se concentra en el movimiento de los colores y la forma que toma la estructura mientras esta arde y encanta desde su explosiva intervención.
Desde hace ya más de cuatro décadas, la Bienal de Arte Paiz se ha erigido como un faro de innovación y ha sido la plataforma principal para artistas contemporáneos en toda la región centroamericana. Pero en la 24ª edición, bajo la curaduría visionaria de Eugenio Viola, la apuesta por destacar el panorama artístico de Guatemala ha incrementado. En su última visita al país no solo se han revelado, finalmente, a los artistas ganadores de la convocatoria, sino que, junto a la Fundación Paiz, ha adquirido un compromiso más profundo: transformar la Bienal de Arte Paiz en un verdadero evento de país, donde el arte se extiende más allá de las galerías y se arraiga en el tejido mismo de la sociedad guatemalteca.
El poder del diálogo en las mesas técnicas
La base fundamental de esta transformación reside en el diálogo colectivo, a través de una serie de mesas técnicas convocadas por la directiva de Fundación Paiz junto a Eugenio Viola. Estas mesas generaron un espacio creativo y colaborativo sin precedentes, donde diversas voces intercambiaron perspectivas para trazar un camino dirigido al sueño común de construir un país donde el arte sea accesible para todas las personas.
La diversidad en la lista de participantes a estas mesas es un testimonio del alcance y la ambición de esta iniciativa. Desde instituciones gubernamentales, culturales y educativas, hasta organizaciones internacionales y privadas del sector hotelero, turístico y gastronómico, reunidos en un mismo espacio uniendo fuerzas para tejer una red de apoyo mutuo que permitirá el desarrollo de la economía cultural en Guatemala y el desarrollo comunitario.
Mesas técnicas Bienal de Arte Paiz
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Estas fueron las instituciones participantes: el Ministerio de Cultura y Deportes, la Dirección del Centro Histórico, la Unesco, la Municipalidad de Antigua, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Dirección de la Escuela de Artes Visuales, la Dirección de Educación y Cultura de la Municipalidad de Guatemala, Inguat, la Embajada de Colombia, la Asociación de Museos e Icom Guatemala, la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura y Deportes, la Dirección de Museos, el Museo de Arte Moderno, la Fundación Rozas Botrán, la Escuela Superior de Arte de la USAC, la Universidad Popular, la Galería Sol del Río, la Galería La Rebelde, la Escuela Superior de Arte de la Universidad Galileo, la Ruta Gastronómica, el Hotel Vía Voque, el Centro Burú de Convenciones de Hoteles, Punto DContemporáneo, el Proyecto Poporopo y La Poporopera, Juannio, Ciudad del Arte, la Unión Europea, el Museo de los Niños, Mazorca, Antigua Viva y Agexport.
El camino hacia la democratización del arte
Uno de los puntos destacados de estas mesas técnicas fue la creación de una ruta gastronómica que acompaña a la Bienal, incluyendo, por primera veez, la riqueza culinaria de Guatemala con las manifestaciones artísticas contemporáneas. Esta alianza no solo ofrece una experiencia sensorial completa para los visitantes, sino que también promueve el turismo y la economía local, demostrando que el arte puede ser un catalizador de cambio y progreso en múltiples dimensiones.
Además, la colaboración con el Ministerio de Educación promete llevar el arte a las aulas, fomentando una nueva generación de jóvenes que no solo aprecian, sino que también crean arte.
El compromiso de Fundación Paiz
La visión de la Fundación Paiz, con la misión de democratizar el arte, resuena en cada una de estas iniciativas. La Bienal de Arte Paiz 2025 no es solo un evento artístico; es un movimiento que busca derribar barreras y hacer del arte una experiencia cotidiana y accesible para todos.
A medida que nos acercamos a la 24ª Bienal de Arte Paiz (06 de noviembre de 2025 al 15 de febrero del 2026), la expectativa y el entusiasmo crecen. Las mesas técnicas han cimentado las bases de una bienal inclusiva y expansiva, que no solo celebra el arte, sino que lo integra profundamente en la vida cotidiana de los guatemaltecos. La Fundación Paiz, con su directiva comprometida y apasionada, ha dado un paso audaz hacia un futuro donde el arte es un derecho. Y en ese futuro, todos tienen un lugar.
Año: 1985 Técnica:Fotografía – Blanco y Negro Premio: Glifo de Plata – VI Bienal de Arte Paiz
Esta obra de Luis González Palma explora el simbolismo religioso y la introspección emocional mediante una composición dual. A la izquierda, una pared de madera adornada con imágenes religiosas, fotografías familiares y pequeños objetos crea una sensación de devoción e intimidad, reflejando el peso de la tradición y la espiritualidad. A la derecha, un cuerpo desnudo y encorvado, con la cabeza cubierta por sombras, transmite vulnerabilidad y aislamiento.
La textura rugosa y los rasguños sobre la imagen refuerzan la sensación de angustia y conflicto interno. La figura en el pecho de la persona, una pequeña imagen blanca, añade un toque de simbolismo espiritual, sugiriendo un acto de confesión o una búsqueda de redención. La obra juega con la iluminación dramática y los contrastes profundos entre luz y sombra, creando una atmósfera cargada de tensión emocional y espiritualidad contenida.